Tehuti, mi tatuadora y con la que he estrechado una buena relación de amistad, un día me contó un poco angustiada que ya estaban en camino las máquinas tatuadoras. Compartía su temor, como nosotros los redactores con respecto a ChatGPT, de perder su trabajo por culpa de la tecnología y la inteligencia artificial.

“Eliges un diseño o le pides uno y la máquina lo va a imprimir en tu piel en minutos, sino segundos”, me dijo. “Tengo que apurarme en que esa cosa no me desplace”. 

Cómo, le pregunté. 

“No sé, tal vez invertir en una”, me dijo, “¿qué personas van a querer esperar una hora, dos por tatuarte si una máquina lo va a poder hacer más rápido, menos doloroso e idéntico al diseño que tú buscabas”. 

En muchos sentidos, le di la razón. Todo esto viene a cuento, porque parece ser que ChatGPT ha causado mucha sorpresa. Es cierto que la Inteligencia Artificial ya lleva muchos años usándose, pero esta es la primera vez que su uso se comparte al público, es decir que por fin nos dieron a nosotros los mortales una herramienta que se usaba exclusivamente para la industria. Que solo unos pocos cuantos la tenían, me refiero, para logística, sistemas computacionales, finanzas y esas cosas. 

Fuimos testigos del inicio de la era de la Inteligencia Artificial de dominio público. Que alguien con acceso a internet, conocimientos básicos para crear una cuenta pudiera hacer uso de esta herramienta es un gran paso. Así me imagino que se ha de haber sentido la gente cuando pudo googlear por primera vez y descubrir que podía conocer la respuesta a cualquier pregunta solo escribiéndola en esa barra de búsqueda. 

Ahora ya no solo puedo buscar, ahora ya me lo pueden decir con solo preguntarlo; ahora ya puedo dialogar sobre cualquier tema y puedo sacar un escrito y decir que yo lo escribí y lo sentí; así es la sensación. 

Una vez le pedí a ChatGPT que me hiciera un escrito donde le pedía disculpas a una amiga. Y me lo hizo y lo mandé y mi amiga se lo creyó. Es un gran paso en muchos sentidos, amigos. No grande: enorme paso. Pero lamento decirles que no creo que ChatGPT sustituya al corto plazo del todo a las escritoras y escritores, guionistas, creadores de contenido, periodistas y compositores de versos. 

Recuerdo esa escena de Mad Men donde se veía cómo la agencia instalaba una computadora IBM 360 del tamaño de todo un piso, pues era la tecnología que venía a voltear de cabeza la industria publicitaria. Pues bien, estamos en 2024 y todavía en muchas agencias hay jefes que se creen Don Drapers haciendo sus slogans y conceptos creativos bajo un pizarrón, con una pierna en el escritorio y una pluma en la boca. 

Escena Mad Men IBM S/360
Escena de Mad Men cuando va llegando la computadora IBM S/360 a la agencia.

No quiero decir que el marketing digital, la industria cinematográfica y la publicidad no haya evolucionado. Lo que quiero dar a explicar es que ChatGPT va a ser una herramienta más que va a facilitarnos (nos está facilitando, mejor dicho) a nosotros y a los alumnos a escribir, investigar, redactar, hacer las tareas aburridas y todo aquel texto que no importa pero que siempre te lo piden en una escuela o trabajo. 

En mi caso por ejemplo me hubiera facilitado mucho hacer esa guía aburrida de cómo funciona el Congreso que una vez me pidieron en una agencia o a hacer el blog de cómo ayuda Coca Cola con su planta de reciclaje a hacer de este mundo un lugar más ecológico que me pidieron en otra. Pero para los textos realmente creativos, para las películas realmente buenas, para esos anuncios del Super Bowl, ChatGPT todavía no están tan optimizado para hacer un producto de esa calidad. 

Te puede dar ideas, como ya lo ha hecho a muchos artistas, pero el aterrizaje a un “producto” creativo, llegar a las entrañas de las personas (lo escribí con cursivas), estamos lejos de que esa tecnología funcione para eso. Felipe Restrepo Pombo recalcó en la entrevista a este medio sobre la importancia de detenerse a la hora de escribir periodismo: fijarse en el mundo, en lo que interesa. 

No me malinterpreten. Hay tantos factores que influyen en esos productos finales, desde el aporte que puedan hacerte otros profesionales de otras áreas, hasta el capricho de un cliente. Como bien nos recuerda Jaime Rubio Hancok en su excelente artículo del tema:

Pero a veces olvidamos que también existe el peligro de que la inteligencia artificial siga siendo igual de mediocre que ahora, pero que eso les baste a algunos.

Jaime Rubio Hancock – El País

 

Leí a Jorge Carrión una parte de un artículo suyo que decía que algunos escritores ya han ganado premios literarios con obras que fueron creadas con ayuda de ChatGPT o el fotógrafo que ganó un concurso con una obra hecha con inteligencia artificial y al parecer el jurado no se percató. Eso solo me hace reafirmar mi duda sobre los jurados literarios o de cualquier índole. 

“Tehuti”, le dije, “puede que la máquina se lleve entre las patas a un buen porcentaje de tatuadores, pero recuerda que aquel tatuador que sobresale, siempre va a tener chamba, van a querer una pequeña obra de ESE tatuador”. 

La literatura en tiempos de ChatGPT

Es innegable que la irrupción de la Inteligencia Artificial generativa, en específico ChatGPT, ha cambiado las reglas del juego en el mundo. Ha adelantado procesos en muy poco tiempo debido a su capacidad de aprender a una velocidad impresionante. No es una probabilidad sino un hecho de que va a desplazar a los seres humanos en tareas que actualmente estos realizan, como cualquier otra tecnología en el pasado, la diferencia es que ahora los profesionistas están incluidos: programadores, abogados, matemáticos, diseñadores, mercadólogos, periodistas. Sin embargo, todo esto es visto desde una perspectiva contemporánea.

En realidad lo que defienden sus creadores, es que va a ser una herramienta más que tendrán que utilizar todos; que es algo que va a reducir tiempos, eliminar procesos; que, en resumen, va a ayudar a realizar tareas en menos tiempo. Lo cual tiene sentido. Es algo que ya lo han anunciado varios de los encargados de esta tecnología: Melanie Perkins, CEO de Canva, Brad Smith, presidente de Microsoft, recientemente por mencionar algunos.

Como cada nueva tecnología, vuelvo al punto, va a desplazar muchos trabajos, pero también van a crear otros puestos. Quiero resaltar por ejemplo el de prompt engineer, cuya labor es dar indicaciones precisas a la IA para que muestre el resultado más acertado a lo que busca un usuario, en este caso una empresa que requiere algo muy específico y no me refiero a una receta de un pastel. 

La industria editorial y del cine ya utiliza estas herramientas. La huelga de guionistas en Hollywood demuestra la preocupación de estos profesionistas en ver reemplazado su trabajo. En la ficción, ya hay libros creados por inteligencia artificial, si no del todo, sí ayudado por esta: La escritora Rie Kudan, ganadora del Premio Akutagwa, reconoció haber utilizado la herramienta para su novela La torre de la simpatía de Tokio; el premio Nobel de 2012, Mo Yan, reveló haber utilizado la herramienta para realizar un discurso; el escritor Jorge Carrión publicó el primer libro en español coescrito con ChatGPT 2 y 3, Los campos electromagnéticos, en el que durante dos años alimentó los algoritmos con su propia escritura y los puso a dialogar para dar como resultado este escrito. En el campo de la fotografía, Boris Eldagsen ganó el premio Sony World con una obra realizada con inteligencia artificial.

Pseudomnesia The Electrician Boris Eldagsen
"Pseudomnesia: The Electrician", obra hecha con inteligencia artificial por Boris Eldagsen

Cabe mencionar que en los anteriores casos (menos en el de Jorge Carrión) nadie se enteró que las obras fueron realizadas por el súper algoritmo. Y la decimo tercera edición del Premio Itaú de Cuento Digital, de la  Fundación Itaú de la Argentina, Uruguay y Paraguay, anunció este 2023 de una sección para participar que reconoce “a cuentos tradicionales o digitales (que habilita la narración con imágenes, videos, chats, emojis) de temática libre, y coescritos entre una o varias personas que utilicen alguna herramienta de Inteligencia Artificial ”.

Como mencioné, a la Inteligencia Artificial es imposible pararla. Jorge Carrión lo reconoce: “Para mí ha sido una lección de humildad. He entendido que ya saben redactar y que pronto serán capaces de escribir. No sé si tardarán dos o veinte años, pero acabarán creando textos con valor estético”. De nada sirven los manifiestos o las denuncias firmadas para detener o acusar a esta tecnología como las que han realizado en Estados Unidos un colectivo de nueve mil autores o el The New York Times, en donde acusan cómo se han servido de sus contenidos para alimentar la base de datos. Tanto legalmente como socialmente es imposible. La primera porque no hay una regulación sólida en ningún país (la Unión Europea está dando los primeros pasos) y la segunda porque no se puede detener al ser humando de utilizar cualquier herramienta.

 

“Para mí ha sido una lección de humildad. He entendido que ya saben redactar y que pronto serán capaces de escribir. No sé si tardarán dos o veinte años, pero acabarán creando textos con valor estético”

Jorge Carrión

Los campos electromagnéticos
"Los campos electromagnéticos" fue escrita con ChatGPT.

Ya para terminar les dejo dos aforismos míos porque estoy inspirado. Aquel que sea lo bastante bueno en su área, ninguna tecnología lo va a superar nunca (Al menos que seas ajedrecista). Dos: una máquina nunca va a superar la creatividad de un ser humano. 

¿Cómo puede condensar toda una vida de alcoholismo y dramas personales un procesador en una imagen o una novela? Como decía una pancarta en la huelga de guionistas en Estados Unidos: «ChatGPT no tiene ningún trauma infantil». Gombrowicz decía que hay que dejar de poner en un pedestal a la cultura; yo opino que deberíamos hacer lo mismo con la tecnología. 

Gombrowicz decía que hay que dejar de poner en un pedestal a la cultura; yo opino que deberíamos hacer lo mismo con la tecnología. 

Recuerdo cuando fui a un DHL hace unos años y descubrí el kiosko de autoservicio que recibe paquetes automáticamente para transportarlos a la parte de atrás a la bodega. Las grandes compañías viven en su burbuja y creen que las personas comunes estamos igual de actualizadas que ellas. La mujer que atendía me explicó que, en adelante, sería el cliente el encargado de hacer el proceso de entregar el paquete sin ninguna ayuda. 

Apreté unos botones, escribí unos datos para el envío y al final, después de pegar la etiqueta que me proporcionó la máquina, aventé mi paquete a la abertura que tenía una cinta deslizadora que dirigía los bultos al interior de la bodega. El foco marcó error y la chica dijo que no me preocupara.

Al parecer el paquete se había atorado; algo muy muy común, me explico. Así que la chica agarró un palito que estaba al lado de la entrada, un palito común y corriente hecho de madera, para con este empujar mi caja para desatorar la entrada. Todavía falta mucho camino.