CRÍTICA SIN SPOILER.
El documental Las almas, ópera prima de la directora argentina Laura Basombrío, se presentó en la 39ª edición del Festival de Cine en Guadalajara 2024.
SINOPSIS: Habitando la frontera que separa lo místico y lo terrenal, Las almas propone un sueño. Sobre los paisajes entre marcianos y lunares del noroeste argentino, Estela cuenta su historia. Desde que su madre ha muerto, las heridas avanzan sobre su espíritu enfermo. La madre vuelve en sueños con mensajes, la violencia del padre hace presión desde el pasado, la distancia del marido se alimenta de secretos. Las almas es el viaje interior de Estela en busca de su sanación entre recuerdos del pasado, el tiempo difuso de los sueños y el presente en el que vivos y muertos conviven el día de las almas.
Yo no conocía el Día de las Almas. El Día de las Almas es una celebración similar al Día de Muertos en México. En Argentina, lo celebran el dos de noviembre. Las familias esperan la llegada de las almas de sus difuntos ese día. Preparan panes típicos que tienen diferentes formas (niños, animales, personas) y realizan un altar de varios niveles que adornan con comida y objetos que su familiar disfrutaba en vida. Se reúnen para compartir comida, conversar y visitan juntos el panteón y les ponen flores de papel a las tumbas. La celebración se prepara desde una semana antes. Todo lo anterior lo aprendí viendo el documental Las almas y platicando con su realizadora.
Tampoco conocía nada de la Puna. Es un territorio extenso desértico de los Andes Argentinos, lugar donde se desarrolla este documental y donde anteriormente hubo una mina que ahora está abandonada. Justamente me apareció estos días una noticia de cómo esta región vuelve a ser relevante por la cantidad de litio que alberga. Tanto Estados Unidos como China compiten para explotarla y el gobierno de Argentina trata de negociar con quien mejor convenga a sus intereses (pienso con escalofríos en el documental anterior que vi, La Guardia Blanca, y los intereses que hay detrás de las mineras extranjeras que se asientan en cada país).
En un pueblo de esta región, Tolar Grande, se encuentra una comunidad kolla que vive intensamente la tradición del Día de las Almas. En esta comunidad de unos pocos cientos de habitantes se encuentra Estela, la protagonista de Las almas.
Inicia el documental y una voz en off nos introduce a los paisajes de la puna. Su voz es armoniosa, fuerte y reflexiva; parece una mística. Esta voz es de Estela, quien nos revela que recientemente ha perdido a su madre. Empieza a narrar su dolor, la recuerda a ella y el papel que tenía en su vida. Se acerca el Día de las Almas e inician los preparativos. Luego relata las conversaciones que tiene en sueños con su madre fallecida.
¿Cómo se narra un duelo?, ¿qué piensa sobre la muerte y la vida una mujer que vive en este ambiente hostil del desierto de la Puna?, ¿cómo vive el Día de las Almas esta mujer y este pueblo? Para eso la magia del documental. Las almas es ese punto de encuentro de Estela entre lo real y el sueño. Las almas intenta hacer coincidir estas dos realidades en la pantalla. Como esa escena de Orpheus de Jean Cocteau, cuando dos personajes entran a la Zona, aquel lugar donde habitan los recuerdos y los pensamientos de las personas que ya se han ido, y se mueven a través de un plano irreal construido con las ruinas de la realidad.
La superposición de la historia de Estela con la estética del paisaje de la Puna es el reflejo de esta pugna, tal cual la Zona. Es la búsqueda interna que hace Estela a través de lo que ha vivido ahí en Tolar Grande. Un intento de pasar de su vida cotidiana al mundo de sus sueños y rescatar algo de ello. ¿Ficción o documental?, me preguntaba conforme avanzaba la película.
Laura Basombrío utiliza la voz narrativa, la imagen y el sonido como herramientas orgánicas para darle vida a esta representación onírica. Ella me platicó que como creadora busca borrar las barreras de la ficción con el documental. No es de extrañar que el montaje haya sido uno de los aspectos más cuidados que tuvo Las almas. La siguiente descripción que me dio respecto a una de las escenas ejemplifica lo que quiero dar a entender:
En el capítulo de las almas, yo tenía muchas ganas de jugar con cualquier tipo de dispositivo, no tenía miedo de arriesgar y yo le dije al director de fotografía que estaba buscando una cámara flotante para generar el punto de vista de las almas.
Entonces mi pregunta era cómo vería y cómo escucharía un alma, que son cosas que también trabajamos con el diseñador de sonido que se llama Lucas Paige.
Con el fotógrafo tomamos la decisión de que la cámara tuviera un foco corto y que tuviera que acercarse mucho para observar. Por eso en esas escenas viene esta cámara flotante que necesita mucho acercamiento para observar una persona o un objeto y desde el diseño sonoro pasa lo mismo.
Se escucha sin distinciones, el plano sonoro es más específico y también se necesita acercarse mucho para ir escuchando lo que pasa alrededor. Después de eso terminamos de definir en la post de color la doble imagen como deformada. Ya desde el rodaje había esta intención de representar que la cámara fuera como un alma.
Laura Basombrío
En estos casos me pongo a pensar qué tanto el cine tiene de intuición y qué tanto el documental de improvisación. Hasta que Laura Basombrío no encontró a Estela, no existía documental. Cuando la encontró, la ficción que llevaba planeando se deshizo. Pero cuando ya tuvo todo, pienso, hizo una ficción de un documental. Pulió horas de grabación, tomó con sus manos los materiales de los que dispone el cine y se dio a la tarea de recrear algo tan difuso como son las formas de los sueños y los recuerdos, terrenos a los que no se puede acceder más que con la memoria. No por nada la pérdida, el dolor y la sanación moldean esta historia. Quizás esos sean los vestigios que las almas de nuestros seres queridos dejan en nosotros.
Las rocas, el paisaje, el viento y la arena de la Puna, su cielo estrellado; Tolar Grande con sus habitantes, su pequeña cancha de futbol, sus actividades industriales y comerciales, sus difíciles relaciones interpersonales, su inminente invasión, su mina abandonada, sus tienditas de abastecimiento, su cementerio tradicional y sus rituales están ahí retratados. Las almas de muertos llegan hasta aquí desde el otro mundo, pero también los tractores en busca de sus minerales. En medio de eso: el sueño de Estela y sus fantasmas.
Proceso creativo de Las Almas, por su directora Laura Basombrío
De la ficción al documental
Había escrito un corto de ficción que estaba ambientado en el Día de las Almas. Me fui a la ciudad de Tolar Grande, que es un pueblo de la Puna, Argentina, porque ahí el ritual del Día de las Almas es muy fuerte y vive una comunidad kolla. Me parecía increíble porque es como ir al planeta Marte. Es un desierto de altura que tiene salares rojos, negros, blancos. Tiene montañas cónicas rojas, nevados. Realmente la geografía es impresionante. Entonces comencé a viajar allí y entrevistaba a la gente para preguntarles cómo hacían los rituales. Yo estaba haciendo una investigación para una ficción cuando conocí a Estela. Me pareció tan conmovedora la forma de narrar su propia historia que decidí desechar la ficción y el documental tomó más fuerza.
Desde que la conocí a ella, no tuve dudas. Yo sabía que ahí había una película. No sabía todavía cómo iba a ser, qué forma iba a tener. Pero siento que el cine es una especie de trabajo que uno hace a lo largo del tiempo con mucha fe y en el que vas develando algo. En este caso, bueno, una pieza audiovisual de la que todavía no sabes mucho, pero sí tenés una curiosidad sincera para descubrirla.
Planeación y forma de Las almas
Yo entrevisté a mucha gente menos a Estela. Estela fue la que se me acercó y me propuso hacer un viaje juntas. Iba a ir a un lugar muy hermoso que se llama el Cono de Arita, que es una montaña cónica que en su momento era un lugar sagrado para la comunidad inca. Ella me preguntó si podía venir conmigo. Entonces ahí nació un poco la forma de la película porque mientras iba filmando el desierto, ella me iba contando cosas de su vida. El paisaje y el viaje a través de ese desierto guiado por su voz.
El cine es una especie de trabajo que uno hace a lo largo del tiempo con mucha fe y en el que vas develando algo.
Laura Basombrío
Trabajaba con lo que yo tenía y lo que yo tenía a disposición era una voz que yo sabía que era muy rica; la tomaba casi como materia sonora. A mí como materia sonora me parecía que tenía un rango dinámico increíble porque su manera de hablar es muy musical y poética.
Había algo de esa hostilidad del desierto que yo quería retratar en la película. Así que tenía esos dos materiales, por un lado el paisaje en toda su belleza pero también en toda su hostilidad y agresividad, y por otro lado esta voz que eran sus pensamientos que iban como guiando al espectador en una especie de viaje.
Cuando solté la ficción y me entregué al documental fue dejarme llevar porque todo lo que yo pudiera escribir desde mi escritorio con mis prejuicios y mi ignorancia se quedaba siempre corto al lado de las cosas que yo descubría al lado de Estela. Cedí a esa planeación tan estricta que por momentos puede tener la ficción y fue entregarme a ir descubriendo junto a ella una trama narrativa e ir planeando incluso con ella las escenas.
Desarrollo del documental
Para lograr la intimidad que tiene el relato necesité mucho tiempo. Fueron realmente muchos viajes y muchas entrevistas. Ahí uno empieza a diseñar una especie de arco narrativo. La semilla de la película fue la relación de ella con su madre que acababa de morir que me contaba que la soñaba. En un primer momento mi idea era que la película fueran esos sueños y después me di cuenta con el tiempo que Estela ya no quería hablar mucho de su madre. Había cuestiones más personales que ella quería contar; eso fue entrando en el relato.
Tenía pánico de generar una película distante. Hay que construir un vínculo y ese vínculo lleva tiempo y no hay nada dado. Yo empecé a viajar en el 2018 y en el segundo viaje del 2018 ya había una gran cercanía y una gran confianza. Después cuando volví al año siguiente, casi sentía que tenía que empezar de nuevo porque finalmente vivimos en mundos bastante separados.
Cada viaje era volver a reencontrarme con ella, renovar las ganas de continuar haciendo la película, como volver a empezar. Siempre tuve el vértigo de sentir que podía quedarme sin película, porque si en ese trayecto que duró seis años de repente la persona te dice “mira, yo no quiero seguir o no me interesa seguir”, te quedas ahí.
Yo tenía mucho miedo, pero cada vez que volvía a Tolar Grande reanudaba el vínculo con ella, el alma me volvía al cuerpo porque sentía que volvíamos a generar esa confianza y no solo con ella sino con el pueblo en general.
Siempre tuve el vértigo de sentir que podía quedarme sin película.
Laura Basombrío
Edición final
Me interesa mucho este cine que derriba barreras entre documental y ficción porque me interesan mucho los mecanismos de la ficción. El documental permite un campo enorme de creación. Toda película está absolutamente manipulada y las cosas que me contó Estela por supuesto no me las contó ni en ese orden ni con esa intención. Uno va estructurando todo y en Las almas me apropio de un montón de mecanismos de ficción y de puesta en escena.
Sin embargo, miro la película y siento que es un retrato imperfecto. Estoy tranquila con esa idea de que las cosas se hacen en un tiempo y en un momento y que está bien que sea imperfecta. Estela todavía sigue existiendo y sigue con su desarrollo de vida y en cambio tú ya te marcaste tus pretensiones de lo que querías contar.
Y yo creo que sí llegué a un final en el documental porque la trama principal pasó a ser su propia incomodidad con esta cuestión de que había perdido su alma. En uno de los viajes que hice me contó que se había sanado y me gustó mucho esa resolución porque durante muchos años ella me decía que quería sanarse a través de un ritual, buscando esa sanación en el afuera y finalmente la encontró en el adentro. Me dijo: “Yo decidí dejar eso atrás, yo decidí olvidar, mi mente está en blanco, ya no podés preguntarme mis sueños porque ya no sueño nada” y ahí entendí que ese era el final por lo menos de esta historia.
NOTA DE LA DIRECTORA: Mirando los grabados que Gustave Doré hizo para la Divina Comedia, imaginé a un hombre muerto deambulando por la Puna, un alma atrapada en ese purgatorio natural, y escribí una ficción. Viajé a Tolar Grande para aprender más sobre el día de las almas, un pueblo tan desconocido como misterioso para mí, en el que este ritual se celebra a lo grande. Ahí conocí a Estela. Me propuso hacer un viaje. Tuve el desierto delante de mis ojos, sus relatos en mis oídos. Cuando me di cuenta de que ambas soñamos a nuestrxs muertxs, abandoné la ficción y empecé a hacerle un retrato.
¿Quién es Laura Basombrío, directora de Las Almas?
Laura Basombrío nació en Salta, Argentina, en 1986. Se graduó como cellista en el Conservatorio y como Diseñadora de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde fue docente de guion documental. Trabaja como montajista en cine. En 2023 estrena su ópera prima Las Almas (filmada con el apoyo de IDFA Bertha Fund) en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con la que gana los premios a la mejor dirección, al mejor montaje y a la mejor fotografía de la Competencia Internacional.