La película Monstruo de Xibalba es la ópera prima de la directora mexicana Manuela Irene. En diciembre de 2025 tuvo su estreno en salas de cine del país. Aprovechando la visita de Manuela Irene a la presentación de la película en Guadalajara, tuve la oportunidad de platicar con ella sobre este proyecto.

 

Benjamín Torres: Tú habías escrito el guión de Monstruo de Xibalba, como en 2010, 2011. Y hasta hace poco realmente hiciste la película. ¿Por qué ese afán de querer sacar esa historia y no decir “vamos por otra”?¿Tú querías que Monstruo de Xibalba saliera a flote?

Manuela Irene: Sí. Bueno, no es que tuviera este guión en 2010. Solo que ahí empezó, ahí nació, en un taller de guión con una maestra que se llama Gabriela Vidal, directora y guionista, súper talentosa. Con ella empecé a escribir en el CENTRO. Luego hice un tallercito para escribir un largo, y ahí escribí las primeras versiones de esto.

Claro que de 2010 a 2021, en esos once años en los que no lograba dirigir mi primer largo, me frustraba un montón. Estaba desarrollando mi segunda película, que sigue en reescritura. Esa película, Amor y Muerte en Tolantongo, era más adulta, más sensual. Pensaba: tal vez tengo que hacer a un lado Monstruo e intentar filmar o financiar Amor y Muerte.

Pero me sentaba con el guión impreso, lo leía y me gustaba mucho, me conmovía. Me encantaba Rogelio. Decía: “Esto solo va a existir a través de mí. Así como lo imagino, no va a existir si lo guardo en un cajón. No queda como segunda peli, es una ópera prima”. Lo leía y pensaba: “Es una ópera prima y de verdad quiero que exista”. Eso me alentaba mucho. Me sentaba, lo leía y decía: “¿Soy capaz de dejar esto ir?”. Y no fui capaz. Por fin salió.

Tres personas sentadas al borde de un cenote. Niño de pie. Monstruo de Xibalba.
Crédito: Mandarina Cine

BT: Dime, ¿por qué esta película gira en torno a la muerte y desde la perspectiva de un niño? ¿Por qué quisiste darle ese tratamiento?

MI: Creo que surgió de varios lados. Yo quería muchísimo escribir una película de iniciación, con un protagonista niño. Me encantaban las pelis de infancia. De niña veía el Canal 5 y Quédate a mi lado (Stand by Me), basada en un libro de Stephen King, donde unos niños van a buscar un cadáver. Es muy bella: su relación cobra cercanía, se pelean, hablan de sus dolores. Ese tipo de pelis de los noventa, dirigidas a infancias pero con temas más fuertes, me inspiraron un montón.

Luego, como estudiante de cine, me marcaron las pelis iraníes: ¿Dónde está la casa de mi amigo?, El globo blanco. Ahí los protagonistas eran niños (o una niña en El globo blanco). Sus problemas parecían pequeños para los adultos, pero para ellos eran enormes. Uno como espectador adulto empatiza: “Que logre llevar el cuaderno a su amigo, por favor”, o “Que consiga ese pez”. Esa empatía lograda a través del cine me inspiraba mucho. También otras pelis de transición, como el corto Gasman de Lynne Ramsay. Todo eso me llamaba mucho la atención para escribir un protagonista niño.

Queriendo hacer algo significativo y profundo, me inspiré en el máximo miedo de mi infancia: la muerte. Era una idea obsesiva que no me dejaba ir. Me aterraba pensar en el fin de mi existencia, en la muerte de mis papás, en sus funerales, en la vejez. Me imaginaba las opciones de estar muerto y nada me gustaba. Ese miedo fue un jardín del que pude cosechar muchas cosas para Monstruo.

Niño en bicicleta con animal en canasta
Crédito: Mandarina Cine

BT: Y aún así siento que Rogelio no ve la muerte con miedo, ¿verdad? Más bien la ve con curiosidad. En cambio tú dices que sí le tenías miedo

MI: Está curioso. Yo no hago ficción de mi vida, para nada. Hay escritores que dicen “no fue así” y tratan de recrearlo, pero no. Para mí es solo un lugar de partida. Creo que las pelis son como un conjuro, una criatura que cobra su propia vida. Mis experiencias personales son solo la chispa de donde inicia todo, pero después las cosas deben seguir su propio cauce.

 

BT: Además de la muerte, hay otro elemento que me llamó la atención: la cultura maya. Yucatán, los cenotes… Cuando esos chicos hacen rap maya, hay algo muy fuerte ahí. ¿Por qué decidiste que la película tuviera esos elementos?

MI: Cuando llegué a Yucatán me deslumbró. Nunca había visto un cenote y de pronto me metí a uno súper hermoso. Salí y dije: “¡Qué alegría!”. Volteaba a ver a la gente y todo el mundo estaba alegre. Entendí que cada uno tiene su energía.

Fui al Palacio Cantón en la avenida Montejo, el museo de antropología en Mérida, y vi una figura que parecía un Mickey. Ya estaba pensando en Rogelio, en cómo incorporar todo lo que me impresionaba y me causaba exaltación. Decía: “¿Cómo meto este pequeño tesoro a mi guión?”. Así con las locaciones, con la cultura maya, con frases que oía, conversaciones. De todo iba recolectando y viendo qué podía abonar a mi historia.

Niño viendo estatuas pequeñas en forma de ratón
Crédito: Mandarina Cine

BT: También me llamó mucho la atención que, a pesar de que gira en torno a la muerte, tiene muchísimo humor. ¿Cómo trabajaste ese tono?

MI: Siento que todo eso se deriva del personaje. Siempre lo vi como un niño con ciertos rasgos adultos, de esos que son forzados a madurar, quizá por el abandono de sus padres. No me encanta ahondar demasiado en la psicología, pero al escribir pensaba: “¿Qué diría un adulto?”. Eso me parecía cómico.

Un niño que de pronto dice cosas inesperadas para su edad tiene cierta comedia. Creo que la comedia es súper importante y a veces se deja a un lado, se cree que no es serio. Pero yo creo que es algo muy serio, además de ser una manera de ganarte al espectador. Hay complicidad entre creador y espectador cuando compartes un chiste. 

Siempre vi comedia en esta película: es de aventuras, de infancia, de amistad. Sentí que tenía que tener ese elemento. Y también, cuando entraron esas piezas de funk africano, iba por ese lado. Quería un tono agridulce. Me encanta el contraste. No me gusta una peli que de principio a fin sea sórdida o solemne.

No es que el cine tenga que imitar la vida, pero la vida tiene dimensión, riqueza y profundidad porque tiene contraste. No sigue una misma línea tonal. De ahí también viene mucho de lo que quise hacer.

Hay complicidad entre creador y espectador cuando compartes un chiste. 

Manuela Irene

BT: Abriendo un poco el panorama. En Valentina o la serenidad, Ángeles Cruz comentaba sobre la perspectiva de una niña que sufrió un duelo. La niña tenía una concepción de la muerte de desconocimiento y rabia. Ahora, parece que tuviste una misma reflexión. Y me pregunto: en este panorama, qué bueno que los temas se están diversificando en el cine mexicano. Antes había, o se tiene, una temática muy repetitiva sobre la violencia, sobre el narcotráfico. Pero de repente aparecen propuestas como la tuya y como la de Ángeles Cruz.

MI: A mí dos películas mexicanas me inspiraron un montón. Son muy diferentes, pero Alamar, por la relación que tienen los personajes con la naturaleza, me pareció súper hermosa. Y Cochochi, que también es una aventura de unos niños. Son pelis que no tienen que ver con esas temáticas de violencia.

Niño viendo hacia arriba detrás piedras
Crédito: Mandarina Cine

BT: Además, tu película no se puede considerar una película infantil. Recuerdo que lo has remarcado.

MI: Es que no sé. Es clasificación A. A mis hijos les encanta. No diría que no es para niños, pero tampoco escribo para niños ni para adultos. Intento hacer películas que contengan un elemento genuino, que conmuevan. Para mí es muy importante hacer cosas que conmuevan.

No lo pienso en términos de “¿para qué festival?” o “¿para qué público?”. Creo que eso hay que hacerlo a un lado en el proceso creativo. Es mejor no tener expectativas ni intentar controlar algo que no sabes. ¿Cómo sabes si le va a gustar a quién? No me parece el punto de partida.

¿Quién es Manuela Irene?

Nacida en la Ciudad de México en 1986, Manuela Irene estudió cine en CENTRO y obtuvo una maestría en guionismo en la London Film School. Su proyecto Monstruo de Xibalba ganó la beca Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 2010. Manuela dirigió el premiado cortometraje Sol del llano (2020) y su proyecto cinematográfico Monstruo de Xibalba fue respaldado por FOCINE, EFICINE y Visions Sud Est para su producción; fue filmado en Yucatán en 2021.