Agradezco al periodista, escritor y documentalista Diego Enrique Osorno por su paciencia, apertura y amabilidad. En esta entrevista platicamos sobre la situación actual del periodismo, redes sociales, inteligencia artificial y narrativas actuales.

 

Benjamín Torres: ¿Cómo el periodismo puede competir con la inmediatez de las redes sociales?

Diego Enrique Osorno:  El periodismo parece muchas veces irrelevante porque da la impresión de que todo el mundo puede generar información y analizar la información.  Algo que ocurría antes es que los medios, cuando estaban sometidos al poder o algún tipo de poder económico político, eran reproductores de una verdad y dejaba muy poco margen para que esa verdad se cuestionara.

Hoy una cosa virtuosa de las redes sociales sobre esta nueva realidad es que hay muchos puntos de vista y entonces uno tiene que confrontar su punto de vista con otro punto de vista y de ahí poder, idealmente, enriquecer su propio punto de vista o modificarlo.

El problema es que hasta ahora da la impresión de que no hemos aprendido a tener ese proceso comunicativo de una forma más profunda. El punto de vista distinto no lo vemos como una posibilidad de enriquecer e incluso cambiar el nuestro, sino que buscamos cómo anularlo, combatirlo o ignorarlo.

La configuración algorítmica de los teléfonos inteligentes nos puede aislar de otros puntos de vista y creer que la manera en la que nosotros vemos al mundo ahí es la manera en la que el mundo es. Siento que ahí justamente es donde entra la posible función del periodista, no ser la voz de alguien, sino de ser el puente entre muchos.

Hombre sentado de perfil
Diego Enrique Osorno es periodista, escritor, cineasta y documentalista.

BT: El periodismo actualmente no está bien remunerado.

DEO: No en los tiempos actuales. El periodismo es un oficio que ha sido precarizado siempre. Empezó a hacerse en México, digamos en la época contemporánea, en el contexto del PRI, del régimen de partido hegemónico, ya era un oficio que estaba precarizado económicamente, pero que daba un estatus, un prestigio, un sentido social o bien era una vía para hacer recursos no necesariamente lícitos que tenía que ver más con extorsión a grupos de poder y demás para alquilar la pluma al servicio de sus grupos o contra sus grupos. 

Ese siempre ha sido un gran tema pendiente: hacer redituable, digna, económicamente también la labor periodística. Es algo que no creo que sólo sea de México sino que abarca prácticamente occidente. Un oficio que en algunos países más desarrollados hay mejores condiciones, pero incluso en esos países hay precarización entre los propios parámetros. 

Los que hacemos periodismo, sin darle un halo excesivamente romántico, estamos ahí porque tenemos una inquietud, un sentido justiciero, de alguna forma creemos que en la sociedad hay algo que se puede arreglar con información y en poco esa motivación es más grande que toda la adversidad que representa dedicarse a algo. 

Dos hombre sentados platicando
Diego Enrique Osorno y Benjamín Torres

BT: El algoritmo tiende a mostrar solo el contenido que el usuario desea. Eso da lugar a que la información que se consume esté sesgada o sean fake news.

DEO: Esa es la manipulación y el espejismo al que me refiero. La realidad algorítmica que nos presentan los teléfonos inteligentes, es una realidad tranquilizante para nuestro punto de vista. Porque el algoritmo sabe qué es lo que nos va a mantener ahí y nos lo va a poner. Twitter incide en nuestras vidas de manera muy puntual, lo vimos en las elecciones de Estados Unidos con Donal Trump. No es casualidad que sea propiedad de alguien que tiene como negocio principal el futuro, Elon Musk. 

Twitter y las redes sociales son una forma en la que nos distraemos de estarnos haciendo las reflexiones más importantes como sociedad global, como la crisis climática, la economía global, con una serie de temas que no necesariamente fluyen en esta discusión. A veces nos muestran una serie de banalidades que nos mantienen justo con la mirada hacia abajo, y no levantamos la mirada a ver a las demás personas o a ver ese contacto directo.

Creo que lo que se necesita es un cambio de mirada y ahí es, donde insisto, el periodismo, la literatura también, que tiene un sentido social, el cine también, que tiene esa perspectiva política, pueden ayudar, porque son ejercicios de miradas básicamente; pueden ayudar a cambiar este secuestro de la mirada hacia abajo en una pantalla diminuta que en realidad es un espejo, un ejercicio narcisista porque uno cree que está viendo el mundo ahí, pero está viendo el mundito pequeño de las propias redes sociales nada más y de los consumos que el algoritmo mantiene alrededor de su primera mirada. No hay una expansión, no hay una mirada más universal.

 

El periodismo, la literatura y el cine son un ejercicio de miradas.

Diego Enrique Osorno

Un hombre y una mujer platicando en una mesa
Diego Enrique Osorno y Yaheli Hernández.

BT: ¿Cómo explicar la viralización desde el punto de vista periodístico? ¿O ese escrolleo infinito que no permite la reflexión?

DEO: Desde el periodismo lo que nosotros podemos hacer es procesar lo que está pasando y tratar de explicarlo de la mejor forma y lo tratemos de traducir a los nuevos formatos: Tik Tok, Instagram, Twitter. No vamos a ignorar que son las formas en las que ahora la gente se informa.

Los periodistas tenemos que seguir haciendo investigación, análisis, contar las cosas de la mejor forma posible y ver en esos canales de distribución, que son los que hay, cómo se puede explicar las cosas, pero en función de lo que significan los hechos y no en función de lo que va a fluir o a viralizarse mejor. Ahí se requiere, quizá, honestidad. Hay que entrarle haciendo periodismo, no haciendo este sensacionalismo viral.

 

BT: Cada vez hay menos espacios que sean redituables para hacer periodismo y los que hay, o no se puede ejercer libremente, o hay intereses de por medio de cosas que no puedes hablar o criticar.

DEO: Esa es la gran pregunta. Estamos en un momento de crisis, de esa transición y de experimentar cosas. Hay periodistas en España que hicieron un medio se llama diario.es y se financian por suscripciones de la gente; funciona.

Hay gente que empezaron a hacer hilos en Twitter y ahí hacen periodismo. Estamos en un laboratorio. Las referencias que teníamos ya caducaron: el periódico, la radio y la televisión. Todos esos medios de referencia están en crisis económica, existencial también. Este es un momento de desconcierto, pero también es una oportunidad en este laboratorio de crear nuevas formas de hacer periodismo y de subsistir de ello. 

 

BT: Y ahora que estamos empezando con la era de la Inteligencia Artificial, ¿cómo crees que va a repercutir en aquellos que nos dedicamos a la narrativa, al periodismo, la ficción?

DEO: No sé si está empezando, yo creo que lleva rato. Ya la gente no hace un esfuerzo por recordar, todo lo busca el teléfono, no se orienta. El celular reemplaza nuestro cerebro en buena medida. La fase que viene con la inteligencia artificial sin duda va a ser todavía más desafiante, más angustiante, pero otra vez, es un asunto de resistencia.

 

BT: Creo que hay que verla más como una herramienta que como un enemigo.

DEO: Yo sí la veo como un enemigo. La inteligencia artificial no es necesariamente ya el instrumento que va a condicionar o ayudar al desarrollo de la especie humana o de la sociedad. Tenemos que aprender a vincularnos con esa nueva tecnología como aprendimos con la imprenta y las redes, con todos los grandes inventos que tienen que ver con la comunicación y la relación humana. Desde esa resistencia me refiero. Hay que discutir la forma en cómo se va a usar esa herramienta. Vamos a entrar en un proceso de esa interpretación. Justo todavía en esa etapa estamos con las redes sociales.

 

Estamos en un laboratorio. Las referencias que teníamos ya caducaron: el periódico, la radio y la televisión. Todos esos medios de referencia están en crisis económica, existencial también.

Diego Enrique Osorno

Hombre sonriente con barba
Diego Enrique Osorno participó en la semana del periodismo en Guadalajara organizada por la Secretaría de Cultura.

BT: A los que nos dedicamos al periodismo o a la literatura vemos con desconfianza estas nuevas tecnologías que crean textos de forma automatizada.

DEO: El periodismo, en los términos en los que yo lo veo, es un ejercicio literario también. No es un arte, pero es un oficio que  tiene un diálogo creativo y artístico y eso no lo puede sustituir ninguna tecnología de inteligencia artificial. La creatividad, la originalidad, el arte, es algo que es intrínsecamente un misterio humano y que no hay una fórmula para poder hacer que surja.

Entonces, yo vincularía el periodismo un poco más hacia esa ventana para poder convivir y coexistir y usar la herramienta en función de muchas cosas. Pero la esencia del periodismo es esta búsqueda de la verdad. El periodismo para mí es una búsqueda también, verdades no nada más sociales, sino poéticas como una buena crónica.

 

BT: ¿A ti cómo te han tocado estas transiciones y cómo las has abordado?

DEO: Yo empecé como lector. Me gustaba mucho leer literatura y lo primero que escribí fue cuento y poesía. Cuando ya trabajaba en un periódico, en una estación de radio, me sentía más poeta que periodista. En las redacciones yo me sentía como un forastero, pero me gustaba ese ambiente con periodistas muy grandes. Me cautivaba no solo su visión política o de la realidad sino por lo enigmáticos que eran.

Y luego ya me fui enamorando de esa fantasmagoría, de ese vértigo y me volví periodista del día a día. Llegó la alternancia en México y empiezo la primera investigación de la corrupción que había, desde los diputados que se cobraban bonos y escudriñaba y lo revelaba. Hacía de periodista encubierto y documentaba actos de corrupción de las autoridades. Hice periodismo de conflictos: viajé a Haití, a Bolivia, a Colombia, a Líbano, a Siria.

Tenía yo en algún momento ese afán de ser corresponsal de guerra y aquí en México en 2006 empezó una guerra que no se asumía como tal o que se pregonaba al inicio por el presidente. La forma de entrar a esta guerra fue más seria porque no era una realidad externa sino de aquí. Entonces había que lidiar con el periódico porque no eras un enviado que tienes el tiempo para analizar y mandar y dar contexto, sino que había que explicarlo al momento. Yo no entendía lo que sucedía y ahí empiezo a usar la crónica. 

La crónica en términos de este periodismo de largo aliento que busca entrevistar a muchas personas o a una sola para construir una historia. No entendíamos y tratábamos de asimilarlo. Hice unos libros y el cine documental empezó a ser una herramienta que para mí era llevar la crónica o el rigor de la crónica al mundo de lo visual, y así lo empiezo a hacer; esa fue otra transición, que es una transición importante.

Llevo unos trece años haciendo documentales. Escribí en ese inicio una serie de ficción que justo apenas ahora está saliendo en HBO, Sierra Madre; es ficción, pero está inspirada en la realidad. Por este y otros ejercicios, estoy empezando otra transición que tiene que ver más con contar historias que para mí buscan la verdad también, pero desde la ficción. 

 

El periodismo, en los términos en los que yo lo veo, es un ejercicio literario también. No es un arte, pero es un oficio que  tiene un diálogo creativo y artístico y eso no lo puede sustituir ninguna tecnología de inteligencia artificial.

Diego Enrique Osorno

Sierra Madre Prohibido pasar Serie de TV 154582429 large
"Sierra Madre", ficción creada por Diego Enrique Osorno.

BT: ¿Qué opinas sobre que el narco se haya vuelto una narrativa predominante?

DEO: Afortunadamente ya dejó de tener ese protagonismo. Con el narco pasa algo muy curioso. Cuando empecé a reportear, estaba prohibido hablar del tema, había censura y autocensura. Apenas alguien quería investigar cómo estaban los grupos criminales y había presión del gobierno para que no saliera nada. 

La guerra del narco lo que hace es abrir la caja de pandora y seguir en esta confusión, pero siento que ahí empezamos en un exceso donde ahora ya el narco se volvió no sólo una realidad de investigar sino ya parte de una cultura popular y de una industria cultural y una parte de esa industria cultural en términos del entretenimiento.

Eso ya se normalizó, es como un género. Yo esperaría que en el mejor de los casos madurara como el Western en su momento lo hizo para entender la Guerra Civil en Estados Unidos, los procesos de occidente y pueblos originarios. 

Esperaría que eso pasara, pero mi sensación es que estamos ante una narrativa más interesante, que es las narrativas de las víctimas. Es una buena cosa entre todo lo malo. Las narrativas de las víctimas están tomando un protagonismo. Las mejores películas mexicanas de los últimos tiempos, si tú las ves, son historias de mujeres que están buscando a sus familiares desaparecidos, o de mujeres o comunidades que están resistiendo.

Tatiana Huezo con Noche de fuego. O El norte sobre el vacío, que es una película que nosotros produjimos y que también fue reconocida, una visión de una directora como Alejandra Márquez, que deconstruye la figura del hombre que tiene que tratar de proteger a su comunidad en medio de todo esta vorágine. Ruido, que es una película que yo colaboré con el guión.

Si revisamos las películas que han tenido más reconocimiento crítico y de audiencia, tienen que ver con el drama de las víctimas, en especial de las madres buscadoras. Llevo años acompañándolas, tengo crónicas y un documental en línea sobre el tema. Mi madre hasta que no vio Ruido, entendió y se sensibilizó con la situación de las buscadoras, pese a que había visto varias cosas mías. No es que fuera insensible, sino que no terminaba de procesar emocionalmente ese problema. 

Eso es algo que la ficción tiene. Depende desde dónde la abordes y el resultado final. La literatura puede producir más verdad en estos tiempos que la del documental, por eso la estoy explorando.

 

BT: Y sobre Sierra Madre, que es una ficción basada en hechos políticos, ¿no es algo que está volviéndose más común?

DEO: Siento que todavía no. Me gustaría que sí. La ficción de política es mucho más desafiante. Son personajes y grupos de poder que también se ven amenazados y no es fácil entrarle a ese ring. Creo que lo que predomina desgraciadamente es el true crime o la comedia rosa. Todo lo que he escrito tiene un sentido político. Creo que todo es político, aunque  los autores no lo reconozcan. Para mí es mi estado natural. 

 

Estamos ante una narrativa más interesante, que es las narrativas de las víctimas. Es una buena cosa entre todo lo malo. Las narrativas de las víctimas están tomando un protagonismo.

Diego Enrique Osorno

Cartel película
Diego Enrique Osorno colaboró con el guión de "Ruido".

¿Quién es Diego Enrique Osorno?

Diego Enrique Osorno es un periodista, escritor y cineasta mexicano. Su trabajo periodístico se enfoca en temas como el narcotráfico, la política, la migración y los derechos humanos en México. Entre sus obras más destacadas se encuentran El cártel de Sinaloa: una historia del uso político del narco, Slim: Biografía política del mexicano más rico del mundo y La guerra de los Zetas: viaje por la frontera de la necropolítica.

También ha dirigido documentales como El alcalde y La muñeca tetona, explorando temas de política y libertad de expresión. Su labor periodística ha sido reconocida con múltiples premios y ha colaborado con diversas publicaciones nacionales e internacionales.