A propósito de su residencia en Déficit, conversé con los artistas Alicia Ayanegui y Diego Zelaya. La charla versó sobre lo que significa para ellos pintar, las motivaciones de su trabajo y cómo surgió Ayúdenme, fuerzas de la noche el proyecto que crearon durante su estancia en Analco, Guadalajara.
Yaheli Hernández: ¿Qué significa para ustedes la pintura?, ¿por qué siguen haciendo pintura en este siglo?
Alicia Ayanegui: Es una pregunta que me hacían desde que yo estudiaba. Creo que la pintura perdió mucho a partir de la famosa época de la ruptura: la pintura abstracta que dejó de lado a todos los muralistas. Algo pasó en México que de repente relegaron la pintura y a todos nos apestaron. Eso se quedó por generaciones de artistas. Quizá hasta permeó de manera universal.
Pero de unos años para acá, en las ferias, lo que predomina es la pintura. El año pasado fuimos a Basel, en París, allí vimos que el ochenta por ciento de la feria era pintura. Es impresionante, y es pintura de buena calidad. Muy poca es abstracta, gran parte es figurativa o realista.

Yo creo que la pintura no se va a ir nunca. Hay un resurgimiento. Una figuración y un realismo muy chido. Yo siempre he creído que la pintura puede avanzar y se pueden hacer cosas nuevas. Todavía hay muchas cosas de las que se pueden hablar en la pintura, la verdad. Yo tengo mucha esperanza. Aparte yo me divierto un buen pintando.
Diego Zelaya: Hubo algunas décadas en las que se intentó extinguir la pintura. Como había otras modalidades de hacer arte, lo empezaron a ver como algo anticuado, o que ya no tenía mucho que decir. La pintura es uno de los medios más antiguos que ha habido en la expresión humana: desde las pinturas rupestres, desde la primera marca que quiso dejar una persona.
Se mantuvo vigente por milenios y de repente en cuestión de treinta años dicen, “esto ya no vale”. La verdad es que muchos de los artistas que han quedado en la historia fueron pintores. Por otro lado, el readymade sí tiene sus limitaciones. El urinal (de Marcel Duchamp) ya no se pudo repetir, porque ya estaba la idea de lo ya hecho, y no sé qué más se puede hacer que fuera igual de impactante con ese tipo de medios.
Ha habido piezas de readymade excelentes, pero el urinal en particular fue súper emblemático y súper potente y súper absurdo y súper lo que sea, como para darle una continuidad igual de relevante. Para mí la pintura sigue y seguirá siendo un medio muy válido para la expresión.

YH: Diego, tus pinturas me hacen pensar en algo muy antiguo y misterioso. ¿Qué buscas proyectar en este misterio?
DZ: Pienso que uno de los elementos básicos de la pintura es provocar sensaciones y apelar a las emociones humanas. El misterio es una de las cosas que más me gusta dentro de mi vida. Cuando era chico me causaba mucho conflicto la oscuridad de la noche. También me gustaba mucho leer cómics. De repente en esos cómics empecé a encontrar algo atractivo dentro de la oscuridad, me dejaba de resultar amenazadora o inquietante, sentía que me abrazaba. Me di cuenta de que en la noche las cosas se veían súper padres. El temor se volvió una sensación diferente, de curiosidad.
En la pintura busco agarrarme un poco de esta estética oscura, de esta búsqueda de transmitir algo que te cause una sensación no de terror, sino de curiosidad, de querer saber qué es lo que está pasando ahí. Hay una sensación un poco ambigua, que al final a las personas nos llama mucho la atención, como cuando estás en una fogata con la familia y se ponen a contar historias, que más que aterrarte, te dejan en ascuas.

YH: Alicia, la luz que veo en tus pinturas a primera instancia me parece acogedora pero cuando me quedo mirando una misma pieza más de dos minutos de repente me siento en un escenario de espera. ¿Qué implica la luz en tus piezas?
AA: Siempre he trabajado con objetos y alrededor de la contemplación. Este interés nació cuando empecé a relacionarme con objetos de mi abuelo, ya después de que falleció. Encontré mucha nostalgia en esos objetos, y empecé a pensar, si estas cosas pudieran hablar, ¿qué me dirían?
A partir de ahí he hecho un recorrido por lugares que habito. Los objetos y los espacios son testigos de las vivencias de las personas. Me encanta que aunque en un lugar no haya nadie, los objetos que están dentro te pueden contar algo.
Para mí siempre ha sido muy importante la luz. Mucho tiempo pinté con la luz de día, y aprendí mucho de la iluminación natural. He estado jugando mucho con eso y también con la oscuridad, tuve un periodo de pintura más oscura. Siempre ando rebotando en los dos lados, me gusta mucho ese tipo de juegos de luz y oscuridad.


YH: Diego, leí en tu Instagram esto: “Su trabajo está conectado con la muerte y lo que sigue, inevitablemente ligado al nacimiento”. ¿Crees que vida-muerte sean circulares?
DZ: En los últimos años, debido a que falleció mi mamá, ha sido una de las cosas a las que más le he dado vueltas: ¿Qué pasa después? Desde chico me ha llamado mucho la atención todo el aspecto religioso: qué ofrecen las religiones, cómo es que te vas al cielo según varias de ellas, la reencarnación…Yo buscaba decir, “¿esto alivia el temor a la muerte? ¿Por qué proponen estas cosas? ¿Qué pasa con la conciencia humana después de la muerte? ¿Cómo te sientes con eso?” Lo único que tienes seguro en tu vida ni siquiera es si vas a comer o no, es que vas a morir.
Sí, para mí las dos cosas están conectadas de alguna manera, y terminan haciendo una especie de ciclo. Aunque a ciencia cierta pues quién sabe qué es lo que pasa, es parte del gran misterio de estar vivo. A mí me gusta mucho estar en el terreno de la especulación.
YH: Alicia, me llama mucho la atención en tu obra la perspectiva. ¿Qué significa para ti hacernos voltear a ver aquello que damos por sentado en nuestra vida?
AA: A mí siempre se me han hecho muy interesantes los objetos: el boiler o los tanques, todas esas cosas que podrían rayar en lo que no es estético, ser hasta precarias. No podría decir que son objetos que no se ven mucho pero quizás sí son temas que casi nadie toca.
Creo que hay belleza en todos los objetos. Te pueden contar historias. Hay un tema que a mí me interesa mucho: el animismo. O sea, si este vaso tuviera conciencia, ¿qué me diría? Es como si los objetos fueran personajes en un escenario medio ficticio. Estas ideas están muy influenciadas por artistas como Giorgio Morandi, el pintor italiano, que tenía un montón de jarritos y cacharros que pintaba, y que cuando los ves en vivo es como, “ese personaje yo lo vi en la pintura”. Es bien impresionante ver el jarro real que pintó cuatrocientas veces.

También me gusta mucho la obra de Cézanne, él tiene un juego bien cañón con las perspectivas, lo mismo que los cubistas. Ando medio clavada con eso, estoy tratando de hacer piezas un poco más extrañas, porque siento que las que estaba haciendo eran muy convencionales. Me interesa más tratar de complejizar la forma en que veo las cosas, que se note ese cambio de perspectivas para que no sea lo mismo que siempre vemos.
YH: ¿Cómo surgió la idea de Ayúdenme, fuerzas de la noche?
DZ: Alicia y yo ya teníamos ganas de hacer piezas colaborativas y habíamos hecho algunas pruebas con obra en la que los dos habíamos trabajado de manera simultánea. Este proyecto fue una especie de observación o reflexión de lo que hacemos en nuestro tiempo de ocio, que dista mucho de lo que hacemos en el estudio: nos vamos a la casa y lo que nos gusta es estar con nuestros perros viendo una película y apapachándonos.
En la obra de Alicia se meten algunas imágenes de películas o de series; en mi obra yo intento hacer imágenes muy cinematográficas, incluso tengo historias de cada serie de pinturas que hago, como stills. Partiendo de ahí pensamos en hacer algo sobre cine, las películas que estábamos viendo estaban muy influenciadas por la escritora Mariana Enríquez, empezamos a ver cine de terror hecho en América Latina.
AA: Desde niña veo mucho cine de terror. Diego y yo encontramos ese gusto mutuo, nos late un buen el cine oscuro, nos hemos estado clavando en ver casi que una película diario. A partir del libro de Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche, se nos destapó un mundo completo de terror latinoamericano: vimos Cuando acecha la maldad, la película de Demian Rugna y fue como guau, aquí se está cocinando algo en bien diferente al cine de Hollywood. Dijimos, “¿por qué no hacemos esto?” podemos aprovechar para hacer el proyecto en específico para Déficit, se los propusimos y Juanma y Miriam dijeron, “van”.
Mis piezas para esta residencia sí son súper diferentes a lo que normalmente hago. Jamás he mostrado un retrato, yo creo desde la universidad, para mí sí es así salirme completamente de lo que hacía antes. Pero fue un buen reto, estamos muy contentos, las piezas que hicimos los dos están bien padres, puede haber camino por ahí también a futuro.
¿Quiénes son Alicia Ayanegui y Diego Zelaya?
Alicia Ayanegui (Ciudad de México, 1994) es una pintora que explora la memoria emocional y la intimidad de los espacios domésticos a través de la representación de objetos cotidianos. Su obra se distingue por atmósferas de quietud y melancolía, donde sillas, plantas y cojines se convierten en vehículos de reflexión sobre el tiempo y el vacío. Formada en la ENAP‑UNAM y con estudios en Chile, ha recibido la beca Jóvenes Creadores del FONCA en dos ocasiones y ha sido reconocida en certámenes como el Encuentro Nacional de Arte Joven. Su trabajo ha sido expuesto en recintos como Kurimanzutto y Sala GAM, además de participar en ferias internacionales.
Diego Zelaya (Ciudad de México, 1990) es un artista visual que transita entre la pintura de caballete y el muralismo, con una obra marcada por la tensión entre la luz y la oscuridad, lo tangible y lo espiritual. Tras una formación pictórica en Gales y una trayectoria internacional como muralista, su producción reciente explora atmósferas nocturnas, figuras difusas y símbolos cargados de misticismo.