El escritor hungaro László Krasznahorkai vino a México este 2024 a la FIL, en Guadalajara. Como cada año, la Cátedra Julio Cortázar y la FIL colaboran con la Fundación Formentor para invitar al ganador del Premio Fomentor del año a dar su discurso de premiación y visitar la Feria. Este prestigioso premio en ediciones anteriores ha tenido como ganadores, por dar algunos nombres, a Jorge Luis Borges, Mircea Cartarescu, Annie Ernaux.
László Krasznahorkai, como nos explicó en una entrevista íntima a medios, es un artista, no un escritor. Un scripter, como dice él. Pero es en la literatura donde ha consagrado su carrera artística. Acantilado, de la mano del traductor Adan Kovacsics, es la editorial donde ha publicado su obra en español. Su último libro, El barón Wenckheim vuelve a casa, llegó a la feria recién salido de la imprenta: Impreso en septiembre de 2024, decía al final.
Sin embargo, László Krasznahorkai también en el cine tiene su trayectoria. Trabajó como guionista de la mano de Béla Tarr, figura central del cine hungáro. Fue este último el que se le acercó a László Krasznahorkai para adaptar lo que es tal vez su novela más famosa, Tango Satánico, que derivó en el increíble film Sátántangó. Melancolía de la resistencia, una de sus mejores novelas, se convirtió en Armonías de Werckmeister. También es suyo el guion de La condena y El caballo de Turín.
Alto, vestido elegantemente con pantalón de vestir, camisa blanca y sombrero, y reservado, así emerge la figura de László Krasznahorkai en la FIL. Tres actos son los que tuvo que participar László Krasznahorkai: Uno, el discurso de premiación en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz; dos, la rueda de prensa con medios en general en la Sala de Prensa de la FIL, y tres, un encuentro con prensa acreditada en la sala externa de Sala de Prensa. Aquí te lo contamos.

László Krasznahorkai en la FIL
Un grupo de quince periodistas espera al escritor en la sala de prensa de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. László Krasznahorkai llega junto a la comitiva de la Catedra Cortázar y se sientan para dar inicio a la conferencia. Después, László Krasznahorkai se quita su abrigo y el sombrero. Empieza la conferencia de prensa.
Periodista: ¿Cómo fue su colaboración con Béla Tarr?
László Krasznahorkai: Nuestra colaboración comenzó de forma difícil. Porque Béla vino a verme a Hungría y me dijo: “Me gusta mucho, mucho tu novela (Tango Satánico). Quiero hacer una película basada en este libro”. Pero yo respondí: “No”. Cerré la puerta. Pero Béla volvió. Le dije: “Lo siento, no quiero molestarte, pero no me gusta esta idea. No soy un escritor, soy solo alguien que escribió un libro”. No quería hacer nada con esto. Pero Béla volvió otra vez y, después de un tiempo, tuve que entender que era mejor aceptar a Béla Tarr. Porque Béla es de ese tipo de personas.
Mi última idea para escapar de Béla Tarr y del cine fue sugerirle: “Si puedes mostrarme tus últimas películas, después de eso puedo decidir”. Porque no sabía. Porque hay problemas que queremos evitar, no enfrentar en nuestro mundo. Ese era mi principal problema con los cineastas: partir literalmente de la nada. Pero, sí, el libro está aquí y la película está aquí. Como una fuente de inspiración. Un libro está bien, también mi libro, si quieres. Esas cuatro películas suyas que vi eran excepcionales. Muy frescas. Un poco irresponsables, pero encubiertas.
Ese era otro problema mío con los cineastas en Hungría. Era una mafia bajo la presión comunista. Y no quería hacer nada con esos tipos. Pero Béla no era irresponsable. No en estas películas. Y vi esas cuatro películas. Eran geniales. Y después de eso, comenzamos a trabajar en Sátántangó. Escribí un guión.
Después de eso, trabajamos juntos. Semana tras semana, mes tras mes, desarrollamos esta idea. Y le dije: “Sin esta película, Sátántangó, ¿puedes sobrevivir, Béla? ¿Puedes vivir o no? Si no, está bien. Si puedes vivir por siempre, entonces déjala”. Y él dijo: “No sin esta película, esta es mi única oportunidad”. Porque estaba en un punto en su vida, en su vida artística también, desde donde no podía ir a ningún lado. Y encontró mi libro y mi forma de pensar, mi carácter y demás, como una posibilidad. Y se rio porque era su única posibilidad de encontrar una nueva forma de hacer cine.
Comenzamos a trabajar. Y mientras tanto, o durante este tiempo, tratamos de encontrar, bajo esta situación común, un estudio con suficiente poder para financiar este proyecto. Y fue muy difícil. Hasta que alguien mencionó: “Bela, hay una decisión en el nivel más alto de la vida cultural en el país comunista: Este libro fue publicado, pero está prohibido”. Y yo dije: “No quiero hacer una película basada en este libro”. Béla se quebró. Y su esposa vino a verme y me pidió que si podía dar una nueva razón de vida para Béla. Porque Béla realmente quería una.
Intenté escribir un nuevo guion para Béla, pero no era mi estilo. Sin embargo, no quería un final trágico para un hombre tan talentoso, porque era muy talentoso. Y escribí algo. Y Béla me dijo: “Ah, esto es fantástico. Tengo una idea completa”. Y pregunté: ‘¿Cuál es tu idea?’. Y él dijo: “Hay un hombre y hay una mujer. Y el hombre quiere a esta mujer. Y la mujer no lo quiere”. Es todo. Y yo dije: “Oh, qué idea tan original”.
Desde esta idea, hicimos la película Kárhozat (Damnation). Esa fue nuestra primera colaboración. Pero fue como un pretexto, una película previa a Sátántangó. Porque trabajábamos en Sátántangó y Béla no podía cambiar a una dirección completamente diferente. Lo hicimos juntos. Yo no era un guionista. Era un amigo suyo. Y sigo siendo su amigo hasta hoy.
Después, cuando llegó el cambio en Europa del Este, cuando el poder soviético dejó el país, tuvimos la oportunidad de hacer Sátántangó. Trabajamos cuatro años en esta obra. Fue complicado, pero lo hicimos. Es una película de siete horas y media de duración. Pero para la gente que lo entendió en el cine, cada película es una película. Y él trató de seguir lo que pensábamos sobre el tiempo y el tiempo en la película. Por eso la longitud, como algo no tan común. Tenemos la sensación de que el tiempo pasa muy rápido, con una velocidad. Pero en nuestra película nuestro deseo era encontrar el tiempo, lo cual casi se cumple. Y por eso hicimos esta película tan poco común y larga.
Tuvimos muchos problemas, problemas difíciles, debido a esta duración, porque Béla también vendió los derechos de Sátántangó para televisión. Y nadie sabía que lo que habían comprado sería absolutamente imposible de mostrar en la televisión. Este es solo uno de los problemas que tuvimos, pero hoy todo eso quedó en el pasado.

Después de eso, llegó un gran éxito con Sátántangó. Luego vino Las armonías de Werckmeister, la siguiente, también basada en mi segunda novela, Melancolía de la resistencia, que también existe en español. También fue un gran éxito. Y después de eso, otras películas.
Luego hicimos una película cuyo guion no estaba basado en mi obra, pero era algo como una novela criminal. Empezamos a trabajar, y cuando vi las primeras imágenes, lo que habían hecho en una isla europea, me quedé absolutamente impactado. Era simplemente una repetición de nuestro estilo, nuestra forma de pensar. Y le dije a Béla: “Tenemos que terminar. Ya hemos hecho todo lo que podíamos”. Pero, por supuesto, esto fue un escándalo. Béla me entendió, aunque estaba en un momento difícil.
Béla tuvo que terminar ese guión, fue complicado. Pero el nombre de Béla se volvió tan influyente que no podíamos continuar. Sin embargo, después de eso, Béla me dijo: “Está bien, entiendo, y también es mi temor, pero haré una última película. Y no será con este hombre de Londres y esa película, sino con otro texto tuyo, sobre Friedrich Nietzsche“.
Escribí el guión yo solo nuevamente y después se lo entregué, pero le dije: “No puedo participar en este trabajo porque estoy seguro de que es un error hacer una película a partir de este guion. Es una repetición. Una repetición vacía”. Pero no fue así.
Creo que esta película, hecha sin mí, es la mejor que Béla Tarr ha realizado. Es El caballo de Turín. El caballo de Turín es absolutamente de mi estilo ahora. Es muy simple en su método, casi sin palabras. Es inusual para un escritor, que generalmente se enfoca mucho en las palabras, los diálogos, y demás. Pero este fue el caso.
Esa fue la historia. Y después de El caballo de Turín , fue como un punto culminante en el mundo del cine. Para entonces, Béla ya era un maestro que había alcanzado su cima. Pero me dijo: “Esa fue mi última película”. Desde entonces, ha estado trabajando con estudiantes. Quiso establecer una academia de cine en Sarajevo, en Bosnia-Herzegovina. Funcionó por un tiempo, pero después no, por razones financieras, creo. No sé exactamente por qué. Pero incluso hoy, sigue trabajando con estudiantes, con jóvenes talentosos.
Su método de enseñanza es muy interesante. Les dice a los estudiantes: “No sé nada sobre cine. No puedo enseñarles. Solo puedo decirles: por favor, encuentren su propio camino”. Eso es todo. Y, por supuesto, los ayuda. Pero el objetivo principal es ayudarles a encontrar su propia manera de hacer su propio arte. De este modo, los estudiantes pueden descubrir su forma única de expresarse, su propio camino en el cine.
La gente piensa que debemos temer al apocalipsis, pero vivimos en el apocalipsis ahora. La sociedad, por su naturaleza, es una catástrofe permanente.
László Krasznahorkai
Periodista: ¿Es difícil construir su estilo? ¿Cómo lo construye? Y sobre todo, ¿cómo logra que su propuesta llegue al lector a través de este estilo?
László Krasznahorkai: No quería encontrar mi camino ni mi estilo. Tenía una relación con el mundo y el centro. Y cuando empecé a escribir, no pude hacer otra cosa que elegir lo que era mi estilo. Cuéntale a alguien algún pensamiento que para ti sea más importante que la vida misma. No puedes crear, no puedes elegir un estilo. No puedes decirle a un volcán: “Por favor, haz esto de tal forma”. Tiene una forma. “¿Cómo podría encontrar su forma, querido volcán?” No, el volcán tiene su propio amor, su propio estilo, el poder que lo hace trabajar. Yo trabajo como un volcán. Pero, por supuesto, el poder es un poco diferente entre un volcán y yo.
La otra cosa es la música. Toda mi vida he tenido una relación con la música. Para mí, escribir un libro es absolutamente lo mismo que hacer música. Improvisé desde el principio en diferentes instrumentos. Y si piensas en estos dos lados como la fuente de mi estilo, puedes entender qué hay detrás de mi estilo.
Mi último libro, que también llegará en español el próximo año, tiene casi cuatrocientas páginas o un poco más de cuatrocientas páginas, y está escrito en una sola frase. Pero no es una frase vanguardista. No es un intento de flujo de consciencia al estilo de Joyce. No. Es simplemente un volcán en acción. Y esta frase, esa frase, en realidad es fácil de encontrar. Porque no es como el free jazz, como una improvisación. No, es una estructura muy estricta y compacta.
El estilo fue algo que vino hacia mí, y lo usé. Porque el estilo, para mí, no era tan importante. Estaba absolutamente seguro de que la esencia de la escritura era algo completamente diferente al estilo, el lenguaje, las palabras o las frases. Era algo que había leído. Y lo que es importante para mí es saber que tengo lectores. También en México.

Periodista: Los autores de Europa Central y del Este tienen una sensibilidad diferente. ¿Cómo explicas que tengas tantos lectores aquí en México?
László Krasznahorkai: Porque creo que no hay una gran diferencia entre los lectores mexicanos y los húngaros, rumanos o los lectores de Europa del Este. Creo que mi obra trata sobre el ser humano. Y es lo mismo, en realidad, no importa dónde leas, porque el ser humano siempre tiene los mismos problemas con la vida, las mismas respuestas o la misma sensibilidad también. Por supuesto, en México, los colores pueden ser diferentes, pero la esencia, creo, es la misma.
Entre, por ejemplo, los lectores de Europa del Este, los de Asia Oriental y los mexicanos, las personas son similares. Los colores pueden ser diferentes. Por ejemplo, en México tuve experiencias muy fantásticas con los lectores mexicanos. Uno de ellos, Octavio Paz, fue fantástico. Pero lo conozco solo en traducción. Y eso, especialmente en el caso de Octavio Paz, es casi imposible de traducir.
Pero tengo la sensación de que los lectores mexicanos, el pueblo mexicano, tienen una sensibilidad especial hacia la danza, el diablo y los fantasmas. Y hacia los negocios con el diablo. No sé exactamente cuál es el método diferente, pero hay una forma distinta aquí para tratar con los fantasmas malos. Esto es diferente, por ejemplo.
También he tenido algunas experiencias con artistas mexicanos, y tengo la convicción de que el problema global siempre es el mismo, aquí, en Estados Unidos, en Europa, Asia, África. Hemos perdido algo; siempre tenemos esta sensación de haber perdido una vieja cultura. Estoy muy triste, por ejemplo, porque los niños no pueden leer realmente. Y podría seguir con esta lista, porque estoy triste, pero eso no es tan interesante.
El mundo sigue. Ese es el título de mi libro: The World Goes On. Como en la película de Kurosawa. Tiene una maravillosa película vanguardista, casi surrealista, llamada Dodes’ka-den. Y en el centro de esta película hay un joven tonto que siempre se mueve en círculos en un pueblo. Está absolutamente loco. Y hace como si fuera un tren. Esa es la única palabra que dice todo el tiempo: “Dodes’ka-den, Dodes’ka-den”. Sin significado. Y por eso elegí ese título: The World Goes On (El mundo sigue), porque la circulación, la repetición, es una de las cosas esenciales del universo.

Periodista: En algunas de las novelas, el deterioro que se percibe a través de los síntomas, pero no a través de las causas. Una sensación de catástrofe inminente que se revela a través de rumores o experiencias inconexas. ¿Por qué construir la catástrofe para una nación?
László Krasznahorkai: La gente tiene la sensación de que vendrá una catástrofe. El apocalipsis siempre es lo mismo para estas personas. Sienten que el apocalipsis llegará en el futuro. Para mí, es un error creer en ello. La sociedad, por su naturaleza, es una catástrofe permanente. Esto no es algo que tengamos que esperar. Porque el apocalipsis no es una catástrofe que destruirá todo y acabará con la vida. El apocalipsis es un juicio (no el juicio final), sino un proceso permanente, y vivimos en esta era.
Estoy muy feliz de haber encontrado lectores sensibles, lectores solitarios, para quienes las preguntas esenciales son mucho más interesantes que lo que pueden encontrar en internet, en Instagram, TikTok y Facebook. Así que estoy muy feliz de estar aquí.
László Krasznahorkai
Periodista: Después de haber vivido en tantos países de Europa y Asia, ¿por qué siempre regresa a Hungría?
László Krasznahorkai: No necesariamente por gusto ni porque mi patria sea un país perfecto. Hungría no es un país, Hungría es una clínica psiquiátrica. Los médicos han dejado esta clínica y las personas mentalmente enfermas montan una obra. Estamos tan locos que queremos volver a esta clínica después de haber estado lejos de ella. Sin embargo, esta es mi tierra natal, la que dio a luz mi lengua, la lengua húngara. Podría parecer un poco convencional decirlo, pero sin el idioma húngaro no tendría razones para regresar. Por esta razón, necesito volver a esta fuente.
Tu lengua materna es una idea muy compleja. Si ahora utilizara un idioma diferente, solo podría ofrecer una imagen superficial de la realidad, pero al usar mi lengua materna, utilizo no solo las palabras, sino toda mi memoria, mi pasado y el pasado e historia de mis antepasados. La lengua materna es algo más importante que nuestros países.
Periodista: En un par de ocasiones ha comentado que algunas de sus obras marcarían el fin de su trabajo literario. ¿Cómo describiría la relación con su obra de ficción?
László Krasznahorkai: Todos mis libros son fracasos. No estoy en absoluto satisfecho con mis libros. Cuando encuentro nuevos lectores que quieren explorar mi obra, les aconsejo que no lo hagan. Y esto no es una broma, no estoy satisfecho con mi trabajo.
Quería escribir un libro perfecto. He llegado a darme cuenta de que no existe algo así como un libro perfecto; si existiera, ya lo habría copiado. Hay libros casi perfectos: La Divina Comedia de Dante, La Odisea de Homero; Shakespeare, Hamlet. Toda mi vida solo quise escribir un libro, Satantango. Debería haber sido solo ese libro. Nunca quise ser escritor, soy un artista, un espíritu libre. Cuando tenía veintitantos años, quería escribir solo un libro: Satantango.

Periodista: En su último libro, por un lado tenemos la Historia y, por otro, el hecho de que no entendemos la historia. ¿Cuál es el papel de la ficción para comprender la Historia que la historia oficial no relata?
László Krasznahorkai: Si ocurriera un accidente de coche aquí, frente al hotel, con consecuencias fatales, y quisieras describir lo que pasó, no podrías hacerlo, no podemos capturar la realidad. Un evento depende de millones de cosas y, incluso si yo estuviera allí y pudiera ver lo que sucedió y describirlo, solo sería una opinión, o un relato, una historia. Mi versión de la realidad que ocurrió.
Por eso estamos indefensos a la hora de describir la historia y la realidad. Podemos crear el pasado, pero no capturar el pasado. La ficción puede darnos el poder de creer los relatos de la historia, pero solo eso.A nivel personal, esto es lo mismo que sucede con nuestro destino personal: no podemos capturar el momento esencial de un evento en nuestra vida, solo es un relato de lo que pudo haber sucedido.
“Ok, encontré a una chica, una chica encontró a un chico”, esta es una historia de amor, pero por favor ve con el chico y pídele que te explique cómo fue el primer encuentro con esta chica, y luego ve con la chica y pregúntale también. Son dos historias diferentes, sí, solo historias, no la realidad. Y si profundizas un poco más, puedes encontrar un nivel muy incierto. Y te pierdes en ese nivel si quieres saber algo exacto acerca de la realidad.
Obras de László Krasznahorkai
Novelas
- Tango satánico (1985)
Sátántangó, - Melancolía de la resistencia (1989)
Az ellenállás melankóliája, - Az urgai fogoly (1992)
Széphalom Könyvműhely - Guerra y guerra (1999)
Háború és háború - Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río (2003)
Északról hegy, Délről tó, Nyugatról utak, Keletről folyó - Rombolás és bánat az Ég alatt (2004)
- Y Seiobo descendió a la Tierra (2008)
Seiobo járt odalen, - El barón Wenckheim vuelve a casa (2016)
Báró Wenckheim hazatér - A Manhattan-terv (2018)
- Herscht 07769 (2021)
- Zsömle odavan (2024)
Novelas cortas
-
- Ha llegado Isaías (1998)
- El último lobo (2009)
- ÁllatVanBent (2010)
- Aprómunka egy palotáért, Magvető (2018)
- Mindig Homérosznak (2019)
Periodista: ¿Nos puedes dar más detalles sobre tu siguiente novela a ser publicada en español, Herscht 07769?
László Krasznahorkai: Oh, esta es una historia extraña. Yo trato y he tratado toda mi vida con la música, primero música clásica cuando tenía cinco años o algo así, cuando aprendí y estudié música clásica. Y después, cuando era un adolescente, también toqué en dos direcciones.
Además de la música clásica, toqué en un grupo de beat; en mi época esa era nuestra juventud, la generación beat, y toda la banda en vivo tocaba en realidad Jimi Hendrix, Cream. Toqué cada sábado y también toqué free jazz en un grupo, un trío. Yo tocaba el piano. Y la música siempre fue parte de mi vida. También hoy en día, toco en mis diferentes casas, diferentes instrumentos musicales que uso.
Cuatrocientas páginas en una frase. Esto no es tan extraño. Porque es solo una técnica que funciona muy bien. No es una carga en tu hombro. Ni en el hombro del lector. Es una construcción absolutamente muy estricta. Se puede leer con total facilidad. Siempre quise mostrar el gran papel que jugó en mi vida Johann Sebastian Bach. Y por eso fui al sureste, Alemania. Visité todos los lugares donde vivió Bach, desde que era niño, donde tocó el órgano, y así sucesivamente.
Pero después de un tiempo, conocí a alguien, un hombre joven y enorme, Florian Herscht, quien de repente vino tras de mí y empezó a contar la historia de su propia vida. Y poco a poco, esta historia sería mucho más interesante que lo que yo quería escribir sobre Johann Sebastian Bach. Esta es la historia de Herscht 07769.

Periodista: Hace unos años dijiste a The Paris Review que las únicas preguntas artísticas verdaderas son cuestiones de técnica. ¿Todavía piensas eso?
László Krasznahorkai: No recuerdo qué quería decir con esta frase. Pero la tarea artística, por supuesto… Ese es mi trabajo. Porque todas estas historias en mis libros ya estaban listas. No soy un escritor de ficción, no por poder de imagen. La historia, la condición de estos personajes y las situaciones están ahí, solo que nadie ha escrito esta historia. Esa es mi única tarea, la descripción. Soy un “scripter”, no un escritor.
Y en este caso, ¿cuál es la tarea principal en el caso de un “scripter”? La sensibilidad artística. Sensibilidad también en el sentido de la música, la melodía, el ritmo y el tempo. El tempo correcto es lo más importante, encontrar el único tempo posible. Todo depende de eso en el caso de un “scripter” en un libro literario.
Periodista: Ayer mencionó que Thomas Pynchon es culpable de que le guste la pizza.
László Krasznahorkai: Sí, porque antes de nuestro primer encuentro, hace años, no me gustaba mucho la pizza. Aunque también viví en Italia. Pero Tom era como un niño, ¿sabes?, cuando pedíamos algunas pizzas para su casa. Y yo decía: “Ok, para mí es exactamente lo mismo. Lo esencial es, en cualquier caso, compartirlas estando en una conversación”. Pero verlo, la alegría que le producía comer pizza también me causó un poco de interés, más interés, ¿podía ser tan buena una pizza? Él comía toda clase de pizza. Si la pizza era demasiado grande para mí, por ejemplo, Tom te miraba con una parte de su pizza en la mano y como pensando: “¿No piensas terminar eso?”
¿Quién es László Krasznahorkai?
László Krasznahorkai es un novelista y guionista húngaro conocido por sus novelas críticamente difíciles y exigentes, a menudo etiquetadas como postmodernas, con temas distópicos y una melancolía sombría. Probablemente es más conocido a través de la obra del director Béla Tarr, quien ha colaborado con él en varias películas.
Ha sido galardonado con numerosos premios literarios, entre ellos el más alto reconocimiento del Estado húngaro, el Premio Kossuth, y el Premio Man Booker Internacional en 2015 por su obra traducida al inglés, y el Premio Formentor de Letras 2024.