Tuve la oportunidad de ver el documental Te nombré en el silencio, del cineasta sinaloense José María Espinosa de los Monteros, como parte de la gira Ambulante Presenta 2024, la cual presenta el catálogo de sus largometrajes durante diferentes sedes en el país. Este documental nos acerca al colectivo “Las Rastreadoras de El Fuerte”, liderado por Mirna Nereyda Medina, en su búsqueda de las y los desaparecidos en Sinaloa. Quise conocer más sobre la realización de este largometraje y también sobre su autor, por lo que tuve una videollamada con este joven cineasta, Chema.
Benjamín Torres: Aunque ya habías hecho dos cortometrajes antes, Te Nombré en el Silencio es tu ópera prima. ¿Cómo fue el proceso de pasar de hacer ficción a un largometraje documental que aborda la temática de las y los desaparecidos?
José María Espinosa: Desde el principio siempre tuve la intención de hacer ficción. He hecho videoclips, historias ficcionadas en su mayoría, y también me adentré en hacer cortometrajes. Comencé con Whippet y después otro llamado José x. Así fui construyendo mi carrera hasta llegar eventualmente a mi largometraje de ficción. Sin embargo, siempre he sido cinéfilo, y me encanta el documental. Una de mis grandes influencias es Werner Herzog, un documentalista que también hace ficción.
La oportunidad de hacer un documental surgió a partir de un corto documental que nos ofreció realizar una ONG estadounidense, sobre puntos rojos de violencia en México. La organización nos ofreció financiamiento para abordar un tema de nuestra elección. Yo soy de Culiacán y a nosotros nos preocupaba la normalización de la violencia. Tenía la inquietud de hablar de los grupos de madres que buscan a sus hijos desaparecidos.
En ese contexto conocí a Mirna. En la primera entrevista que hice con ella, supe que había una urgencia en el tema. En ese momento no había la sobreoferta que existe ahora sobre las desapariciones, especialmente de madres que buscan a sus hijos. Sentí que había cierta oscuridad donde podíamos echar un poco de luz; mostrar a las personas lo que sentí en esa primera entrevista. Al final, el documental terminó siendo un retrato del grupo de estas mujeres que buscan a sus hijos desaparecidos.
BT: Mirna es de tu tierra, Sinaloa. En el documental mencionas que fue una de las pioneras en la búsqueda de personas desaparecidas.
José María: Mirna es de Los Mochis, que está más al norte de Sinaloa. Formó uno de los primeros grupos de búsqueda en México, “Las Rastreadoras de El Fuerte”. Fueron de los primeros grupos de mujeres que, ante la indiferencia del gobierno, tomaron picos y palas y se lanzaron a buscar a sus hijos desaparecidos en los desiertos. Mirna fue una de las primeras líderes de este movimiento, marcando la pauta. Aunque cada grupo es diferente y no todos operan igual, ella fue una de las primeras en tener la valentía de salir a buscar y formar un grupo, dedicándose a ello de tiempo completo.
BT: Me imagino que la logística y grabar esos momentos tan íntimos, donde estas personas prácticamente te abren su alma, debió ser muy complicado. ¿Cómo fue ese proceso para ti como director, trabajando con el equipo y con ellas?
JME: Fue un proceso muy orgánico. Desde la primera entrevista, la conexión con Mirna fue muy fuerte. Esa primera conversación donde sentimos todo lo que había que sentir y lloramos, fue muy importante. Ella entendió la idea que yo tenía de hacer algo más grande. La relación fue creciendo de manera natural.
Quizá por ciertas similitudes, como ser sinaloenses y compartir un sentido del humor, se creó una convergencia que facilitó todo y me permitió ganarme su confianza. Eso, a su vez, se extendió al resto del grupo. Creo que las demás mujeres pensaron: “Si Mirna confía en este joven que está haciendo este proyecto, nosotras también podemos confiar en él”. Ellas vieron que Mirna confiaba en mí, y eso facilitó que también confiaran en mí y en el equipo.
Parte del trabajo como director es ofrecer algo de ti mismo para que las personas se abran contigo. En un documental no se trata sólo de llegar, poner la cámara y filmar; es importante crear un acompañamiento y una relación de confianza para que, eventualmente, exista una transparencia emocional en el documental.
BT: Leí que el proceso tomó casi cinco años. Encontrar la narrativa debió ser complicado. ¿Cuánto tiempo te llevó grabar todas esas escenas? ¿Planeaban las visitas, grababan durante un año completo, o cómo funcionaba?
JME: Fue un proceso un poco caótico al inicio, porque era nuestra primera película y había un grado de novatez, sobre todo en conseguir fondos. El proceso fue: conseguir fondos, filmar, revisar el material, editar un poco, volver a conseguir dinero y así sucesivamente. Al principio pensaba que este método fragmentado perjudicaría el proyecto, pero luego me di cuenta de que nos daba la oportunidad de revisar lo que teníamos, identificar lo que faltaba y planificar mejor cada nueva fase de filmación. Esto nos permitió tener la calma para ir planeando poco a poco.
Creo que, de haber filmado todo en seis meses, en lugar de hacerlo en cinco años, la película no habría sido la misma. Al final, planeamos un rodaje más largo de un mes para completar la película, y después volví una semana para hacer algunos reshoots y tomas adicionales.
“Las Rastreadoras de El Fuerte” fueron de los primeros grupos de mujeres que, ante la indiferencia del gobierno, tomaron picos y palas y se lanzaron a buscar a sus hijos desaparecidos en los desiertos.
José María Espinosa de los Monteros
BT: ¿Cómo afectó esta experiencia tu visión del mundo este proceso de cinco años?
José María: Hubo una gran transformación en mi visión del mundo. Vengo de un lugar de privilegio y, aunque siempre me interesaron estos temas y abordar la violencia en Sinaloa y México, nada se compara con estar ahí, frente a estas mujeres, escuchándolas y recibir todo el amor y el dolor que traen dentro. Fue una experiencia que cambió cómo veo mi vida, mi relación con mi familia y mis problemas personales. Estar tan cerca de la pérdida te hace valorar más a quienes tienes cerca.
No siento que haya dado voz a estas mujeres, sino que fui un amplificador de la voz que ya tienen. Fue un honor poder acompañarlas en este proceso y que el documental sirviera como un canal para que su mensaje llegara a más personas.
BT: Mirna Medina se muestra como una gran mujer, muy valiente. Recuerdo una escena donde ustedes grababan mientras llegaban los peritos, y ella les dijo: “Sigan grabando”. ¿Sintieron miedo durante el rodaje?
JME: Sí, por supuesto. Queríamos un retrato fiel de lo que ellas viven a diario. Eso significaba inmiscuirse en su rutina e ir a los rastreos. Participamos en más de veinte o veinticinco rastreos con ellas, y claro que hubo incidentes. Desde el inicio de este tipo de proyectos, yo, como director, les aclaro a mi equipo —al sonidista, al productor, al fotógrafo— sobre lo que nos enfrentamos.
Se dice que no vale la pena arriesgar la vida para filmar una película, pero en este caso era parte del trabajo. Nos tocó enfrentar tiroteos y persecuciones. En una ocasión, el sonidista preguntó: “¿Quién viene ahí?”, porque pensó que podían ser sicarios, pero resultaron ser peritos de la Fiscalía.
No siento que haya dado voz a estas mujeres, sino que fui un amplificador de la voz que ya tienen.
José María Espinosa de los Monteros
Entrar a su terreno implicaba asumir riesgos, igual que ellas. Los miércoles y domingos, cuando salen a hacer rastreos, sólo seguíamos sus pasos y asumíamos los mismos riesgos. Pero nosotros íbamos de entrada por salida. No podíamos reclamar nada frente a la valentía de ellas, que se arriesgan todos los días. La verdadera valentía está de su lado.
BT: Cuando mencionaste que antes la narrativa de los desaparecidos no era tan visible, me surge la pregunta: ¿Por qué ahora se da esta especie de ‘sobreexplotación’ del tema?
JME: Uno de los mayores problemas de México es la desaparición forzada, y eventualmente la gente hace, como dicen los gringos, un catch up de lo que está pasando en el país. Quizás tardamos demasiado en abordarlo en el cine, aunque no en el periodismo, ya que Mirna, por ejemplo, ya era conocida antes de la película gracias al periodismo.
Los periodistas siempre han estado cerca de estos temas, pero que ahora haya llegado al cine documental y a la sociedad en general muestra que hay más consciencia. Esto ha llevado a la creación de producciones que buscan desentrañar estas realidades.
Entrar a su terreno implicaba asumir riesgos, igual que ellas. No podíamos reclamar nada frente a la valentía de ellas, que se arriesgan todos los días. La verdadera valentía está de su lado.
José María Espinosa de los Monteros
Yo dije la palabra “sobreoferta” y retiro lo dicho. Mientras más películas de este tema existan, mejor; pero también hay un problema de nosotros los cineastas, documentalistas y de ficción que nos montamos a estos temas porque son estridentes, llaman mucho la atención y que son dramáticos por su propia natura. Hay algo de explotación del tema. Saber que te conviene hablar de este tema porque es atractivo para equis cuestión.
Yo no puedo cuestionar las intenciones de nadie, pero por supuesto que están presentes, sobre todo en narrativas que son un poco más centralistas; de cineastas que no están inmiscuidos, que no conocen esa realidad y que sin hacer una investigación profunda, tratan de abordarlo y terminan haciendo ciertas caricaturas, del norte sobre todo.
Cinema del Norte, la productora de José María Espinosa de los Monteros
Tenemos la base en dos lugares, en Culiacán y en la Ciudad de México. Operamos absolutamente de todo. Hacemos comercial, spot político, videoclip, cortometrajes, lo que se presente para sacar a flote la empresa y poder hacer lo que nos guste, lo que queremos, que es el cine. Ahí estamos, persiguiendo la chuleta, tratando de consumar todos estos proyectos. Entramos en una nueva etapa en donde yo voy a producir otros proyectos.
Tengo un proyecto que voy a producir que se llama Rabia, de un cineasta culichi. Es una gran película de horror, misterio horror, en la sierra de Sinaloa. Y otra película sobre los judíos danzantes de Sinaloa, en la Semana Santa. Es un documental que voy a producir yo también. Estamos abriéndonos caminos en la producción. No era mi plan, pero cuando me contaron esas películas, dije: “Tengo que ser parte de ahí”.
BT: Ahora, ¿cómo ves la situación en tu tierra, Sinaloa?
JME: Es un cuento de nunca acabar. Esto ya ocurrió en 2008 de forma similar, cuando el brazo armado del cártel se enfrentó al mismo cártel. Culiacán se encuentra totalmente secuestrada por la violencia del narco. Yo ahora estoy en la Ciudad de México y hoy mismo viajo a Culiacán, donde llegaré a encerrarme en mi casa. ¿Por qué? Porque hay un toque de queda después de las ocho de la noche, y nadie quiere salir. Hay balaceras a plena luz del día, quema de carros y cierre de carreteras.
Lo peor es que la espiral de violencia sigue aumentando. Cada vez se vuelven más brutales y deshumanizantes, con cabezas cortadas y descuartizados. Es deprimente, y me entristece que ningún gobierno tenga alguna propuesta que pueda darnos un atisbo de esperanza, ya sea a nivel federal, estatal o municipal.
BT: Sobre tu carrera, mencionaste que Herzog es una de tus influencias. En Te nombré en el silencio, decidiste hacer documental, pero ¿qué otras facetas tiene tu obra? ¿Cómo defines tu camino como director?
JME: La pregunta es complicada, pero intentaré responderla. No tengo un camino fijo, aunque hay ciertos proyectos que quiero realizar. Me enamoré del documental y quiero ser un cineasta que combine ficción y documental. Después de cinco años de trabajar en Te nombré en el silencio, estoy preparando mi primer largometraje de ficción, llamado Bailando para no estar muerto, una historia en Culiacán sobre un dealer joven que distribuye una nueva droga.
Es un thriller sobre alguien que busca hacerse un lugar en la mafia, pero con un trasfondo emocional relacionado con el dolor familiar y las heridas que se heredan de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos y de cómo nosotros como seres humanos y personas e hijos tenemos la opción de continuar con esa herida de dolor, con toda esa mierda o salir de ella y construir una nueva vida. Es una película que no tiene ninguna crítica social, por así decirlo; un thriller sobre alguien que la quiere armar en la mafia en Culiacán y no va más allá de eso.
También estoy explorando el género de ciencia ficción con un proyecto sobre una nave espacial oculta bajo un lago y una película sobre un nanotecnólogo que es un gran amigo mío. No me quiero encasillar en un solo género. Esas películas de sci-fi son más de un estilo de cineastas actuales, una sensibilidad más a la Yorgos Lanthimos, por así decirlo. Un poquito más frío, un poquito más calculador. Fuera de toda la calidez y todo lo que quiero para la primera película de ficción.
Hay un mundo gigantesco por explorar. No me puedo casar yo, o no está dentro de mis planes casarme con ningún género, ni con el crime drama, ni con el sci-fi, ni con el documental. Después de eso tengo una película sobre un adicto al sexo. Entonces, te digo, es de chile, tomate y cebolla. Creo que es cierto esa frase, no me acuerdo quién la dice, que contenemos multitudes. Pues hay que explorar las multitudes que contenemos y el mundo que tenemos enfrente.
No me puedo casar yo, o no está dentro de mis planes casarme con ningún género, ni con el crime drama, ni con el sci-fi, ni con el documental.
José María Espinosa de los Monteros
¿Quién es José María Espinosa de los Monteros?
José María Espinosa de los Monteros es un cineasta mexicano reconocido por su enfoque en temas sociales y su compromiso con la producción cinematográfica en el norte de México. A través de su trabajo, ha visibilizado historias conmovedoras y ha dado voz a comunidades marginadas. Es el fundador de Cinema del Norte, una productora independiente dedicada a descentralizar y promover la producción cinematográfica en el norte de México. Su trabajo ha sido reconocido con diversas nominaciones a premios importantes, como los Premios Ariel, por su película Te nombré en el silencio.