Larissa Rú es escritora, editora e historiadora del arte costarricense. Ha ganado dos veces el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Costa Rica: la primera vez en 2020, en la categoría de novela con Cómo sobrevivir a una tormenta extranjera, y la segunda ocasión en 2022, en la categoría de cuento con Monstruos bajo la lluvia. Nos encontramos en el área de prensa de la FIL y empieza a contarme sobre sus inicios como escritora, la literatura juvenil y su predilección por el terror, así como el panorama sociocultural de su país.

 

Benjamín Torres: ¿Podrías dimensionar lo que significa ganar dos veces el Premio Nacional de Costa Rica?

Larissa Rú: Los premios nacionales casi siempre se le dan, históricamente, a las novelas de corte más histórico. Cuando yo lo gané hizo mucho ruido en el mundo de la literatura tica, porque era una novela que originalmente se escribió para adolescentes. Yo quería que fuera una novela juvenil. Por cuestiones de la vida, la escribo, la termino. Era para un certamen juvenil de la editorial de la Universidad de Costa Rica.

Al editor le gusta, pero me dice: “Me parece excelente, pero no creo que sea para este certamen. Creo que es para una publicación formal, fuera del género juvenil, fuera del certamen”. Y así es como entró a evaluación de la editorial UCR. Se publica, gana el premio y, bueno, es un poco, no sé si decir escandaloso, pero soy la persona más joven hasta el día de hoy de recibir el premio de novela. 

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Crédito: Benjamín Torres

BT: Apenas vas empezando y ya tienes esa carga. 

LR: Me ha ayudado muchísimo, pero sí es una carga también porque ya te pone un peso sobre tus hombros. Pero yo quería hacer una novela para adolescentes. Y ahora con el Premio Nacional a veces me siento un poco obligada a hacer otro tipo de cosas. Me ha llevado por un camino que yo jamás pensé recorrer. O sea, yo jamás pensé ganar el Premio Nacional de Novela. Yo pensé que mi camino literario iba por otro lado. 

Soy de la generación Wattpad, ahí empecé. Así de mal como suena, yo pensé que ese era el único camino que iba a tener eventualmente para la publicación. Cuando me di cuenta que le dieron un reconocimiento formal a mi literatura, yo dije: “Tal vez no es el género, es simplemente la oportunidad”. Cuando hablo con autores jóvenes y sobre todo autores que no han sido publicados, me gusta un poco recordarles esto, que sí se puede. 

 

BT: Y el otro premio es el de Cuento.

LR: Es el primero que gané como compilación de cuentos de terror. Cuando lo anunciaron fue una cosa más de orgullo, de que sí se puede con terror, también el terror triunfa. Porque significa que muchas personas que hacen terror se van a empezar a animar a publicar. No es tan común en Costa Rica y en premios nacionales. Siempre van a lo seguro.

Es muy válido hablar, qué te digo, de la guerra del cuarenta en Costa Rica, es muy importante para nosotros heredarlo y tenerlo muy presente, pero no significa que se deban invalidar las narrativas contemporáneas de personas que tienen otras historias que contar. Eso es lo que yo más rescato de ser escritora: que mi historia no es la misma que la tuya, tenemos experiencias diferentes y de eso siempre se puede sacar algo muy valioso.

Dos mujeres sentadas, la primera ante un micrófono joven
Larissa Rú durante su participación en el foro Nombrar a Centroamérica durante la FIL 2024. Crédito: Benjamín Torres

BT: ¿Me podrías platicar sobre tu libro Cómo sobrevivir a una tormenta extranjera

LR: Yo estaba muy ceñida en hacer terror y fantasía, sobre todo fantasía. Terminé mi novela de fantasía, toqué puertas en muchas editoriales costarricenses; tenía quince años y obviamente me cerraron las puertas. Cuando yo tenía diecisiete años, fui a hacer un intercambio a Bélgica. Sigo queriendo ser escritora, pero no me han dado bola en Costa Rica, que quiere decir que no te han tomado en cuenta. En Bélgica conocí a una una chica venezolana de mi edad, la chica más madura que yo he conocido en toda mi vida, hasta el día de hoy la recuerdo. Tenía diecisiete, igual que yo. 

Ella había vivido tantas vidas por la situación de su país. Me contaba y hablaba todo con tal madurez que entonces yo me inspiré a hacer una novela que hablara de la peregrinación venezolana en Europa, basada en la experiencia de mi amiga. Así empezó la novela, fue algo que yo jamás pensé escribir; de verdad yo nunca tuve planeado hacer algo así: ir a la ficción más actual, más cruda, más apegada a la tradición del realismo mágico. Por eso se dio esa novela. Yo digo que esa novela es como mi hija rara, es la hija extraña, es como la ovejita negra, pero bueno, igual la amo.

 

BT: ¿Y el de los cuentos, Monstruos bajo la lluvia? ¿Esa sí es más hija tuya? 

LR: Son historias que vengo cocinando desde los catorce años. La historia más vieja la hice cuando tenía catorce y la más nueva la terminé el mismo año que se publicó el libro; yo tenía veinticuatro. Hace dos años. Siempre había querido hacer cuentos de terror. Nunca planeé meterlos todos en una compilación, ya cuando me di cuenta que tenía varios es que decidí juntarlos.

Todos tienen temáticas en común, que son los miedos de las mujeres, historias de inspiración gótica, inspiración eslava, tratando de rescatar los temores de la mujer latina. Este libro se siente muy yo, por el hecho de que lo empecé cuando era adolescente y lo terminé digiriendo en mi adultez. 

Mujer cabello recogido sentada en un sillón
Crédito: Benjamín Torres

BT: ¿Tu terror aborda aspectos sociales, pero también fantásticos? ¿Es como una combinación de ambos? 

LR: Sí, a mí me encanta el terror, pues los elementos sobrenaturales me fascinan, las imágenes de los monstruos, de los espectros, el folklore. Yo soy historiadora del arte de profesión. Es muy orgánico para mí hablar terror, y hablar al mismo tiempo de terror social, porque el terror siempre nace de algo: de alguna preocupación subyacente a lo que estás viviendo. Mi ejemplo favorito siempre es ver las películas en Estados Unidos como The Creature of the Black Lagoon, o King Kong. ¿Cuál es el temor de la sociedad? Y claro, es una criatura de otro continente que llega a Estados Unidos y trata de raptar a la mujer blanca. Entonces vos ahí vas pensando: ¿Qué le preocupaba a esta persona? ¿Cuál era su miedo? ¿Que le estén robando?

El terror es un vehículo muy efectivo para transmitir mis preocupaciones. A mí la fantasía me llama, todo lo que tiene que ver con lo sobrenatural es parte de este vehículo. Puedo escribir fuera de mi género, pero me siento más cómoda en este vehículo, montándome en ese tren, es mi asiento preferencial. Escritores como Stephen King y Lovecraft se conocen por este género. No me da miedo decir: “Soy escritora de terror”. Antes sí; ya lo digo con orgullo.

Actualmente ya se cambió esa definición. Ha cambiado muchísimo la perspectiva y ha cambiado muchísimo la idea del terror como algo barato. Temáticas muy crudas, muy profundas. Ursula K. Le Guin hablando de la violación a la mujer de población originaria, usando la ciencia ficción como un lente para ver cosas que tenemos hoy en día. Es hacer universales temáticas que vos sentís que por estar en otro planeta o en otro mundo, no te va a dar nada; es universalizar, es unificar todo eso bajo este manto de misterio, de lo oculto. 

 

A mí me gusta mucho el tema de la mujer monstruosa. No nada más una chica con el pelo largo y una bata blanca. Me gusta ver cómo la mujer puede convertirse en un monstruo, porque si el hombre puede, nosotras también.

Larissa Rú

 

 

BT: ¿Qué elemento del terror o figura o cosa paranormal es tu preferida? 

LR: A mí la figura en general del monstruo me parece algo muy interesante porque la mujer, en muchas mitologías, incluso cuando debe transformarse en algo sobrenatural, paranormal, sigue estando muy ligada a su condición de mujer.  En la mitología japonesa, la mujer, por ejemplo, casi siempre se asocia más al yūrei.

El  yūrei es un espíritu, un espectro. Y el hombre al bakemono. Si te vas a transformar en un bicho sobrenatural, la mujer nuevamente se va por el yūrei, o sea se transforma en un yūrei y el hombre en un bakemono que va a ser un ogro o algo más monstruoso. El hombre tiene más agencia en esto, tiene más cancha de hacerse grotesco. Y la mujer sigue siendo un recuerdo de su belleza, de lo que atormenta al hombre.

A mí me gusta mucho el tema de la mujer monstruosa. No nada más una chica con el pelo largo y una bata blanca. Me gusta ver cómo la mujer puede convertirse en un monstruo, porque si el hombre puede, nosotras también. Y no es que sea algo de un enorgullecerse, pero de cierta forma vernos a nosotras con la capacidad de convertirnos en monstruos también nos humaniza un poco. Nos humaniza, nos desliga un poco de esta imagen de que tenemos que ser perfectas, etéreas.

Hay imágenes muy fuertes en la mitología mesoamericana, en la japonesa, tailandesa. La misma medusa desde la mitología grecorromana donde se habla que ella es un monstruo porque la violaron. Poseidón la viola. El mito de la mujer con la vagina dentada en Mesoamérica es casi un castigo. Es intentar violarla pero no se puede porque la vulva tiene dientes. Es la mujer castigada por la violación y que la mujer persigue por por venganza. Esa es una imagen recurrente en la mitología universal y a mí me interesa ver por qué llegamos a eso.

¿Por qué es la mujer la que sufre por la consecuencia de un delito que hace un violador? A mí esas imágenes de las mujeres monstruos me traen mucho a esto de la sexualidad femenina. Y de la misma agencia que puede tener una mujer de perpetuar crueldad. A veces es difícil hablar de esto, pero a mí me gusta hacer personajes también malvados. Me gusta hacer mujeres que son muy feministas, pero hay de todo. El ignorar que existen mujeres perversas, es dejarlas un poco fuera de esta humanidad que queremos lograr.

Me gusta mucho esto de hacer personajes complejos, ni buenos ni malos. Me gusta hacer mujeres complejas. Y por eso también me han dicho una que otra vez que mis chicas son malas. Y la gente admira muchísimos personajes. El típico antihéroe popular, muchos son hombres y la mujer casi siempre es una desgraciada, una maldita. Me gusta también un poco jugar con esos límites. O sea, me gusta el arquetipo de la mujer malvada. No me encanta el arquetipo de la femme fatale, porque siento que nos sigue ligando muchísimo a nuestra sexualidad. Quiero alejarme de eso y cuando se acerca la sexualidad me gusta mucho jugar con lo monstruoso mejor. 

Mujer joven cabello recogido sonriendo recargada en pared
Crédito: Benjamín Torres

BT: En tu conferencia de ayer dijiste que tú bebiste más de sagas y lo que cuentas ahora parece ser como que ya se puede llegar a la literatura, digámosle, formal a través de estos nuevos caminos. Dentro de esa etiqueta “formal”.

LR: Yo no creo que haya un camino para llegar a la literatura. Y la literatura es un término muy ambiguo porque cuál es tu literatura, qué es lo que te gusta consumir y qué es lo que te gusta hacer. Es un mundo muy amplio. No creo que haya un camino definido. Pero sí he notado que para muchos chicos es mucho más fácil agarrar un libro que les llame la atención de —suena fatal— literatura de comida rápida, que es muy fácil de digerir, pero te genera el hábito de leer. Entonces, he visto ambas perspectivas.

Yo empecé con Moby Dick, Isabel Allende. O sea, yo empecé con textos fuertes por mi mamá. De repente, me alejé un tiempo de la literatura. Y volví a entrar porque era el boom de la literatura juvenil, después me empecé a interesar por la literatura latinoamericana. Mi camino fue así. Hay muchísimos caminos. Lo que no podemos hacer es censurar algún tipo de tradición literaria. Al final, es cuestión de gustos. Es la forma en que vos llegues a donde quieres estar en el mundo de la literatura.

 

BT: ¿Cómo ves el mundo cultural y la literatura en Costa Rica? ¿Cómo ves que se refleja en el exterior y tú cómo la ves desde dentro? 

LR: Lo que yo veo desde adentro como escritora, editora e historiadora del arte (mi profesión), es un escenario no hay otra palabra complicado. Empezando por que solo hay un reconocimiento formal para la literatura y es el Premio Nacional. Hay países que tienen su premio a la ciencia ficción, a novela policiaca, a distintos géneros.

Nosotros no: tenemos que competir todos contra todos. Haber escrito la novela policiaca del año, estás compitiendo tal vez con la novela histórica que se hizo ese año y al jurado puede que le guste más la novela histórica, ¿me entiendes? Es un mundo donde nos obligan a estar compitiendo. Nosotros decimos que el costarricense serrucha pisos, o sea, típicamente es que serruchan el piso para que te caigas. Tiene que ver mucho con el poco apoyo que hay a la cultura, el poco apoyo del Estado.

Imagínate que los premios nacionales son el único incentivo monetario que hay para los artistas: el único, básicamente. Hay muy pocas becas y las están quitando, y ya el año antepasado el gobierno estaba planeando recortar el presupuesto de cultura y quitar incluso premios nacionales. Te lo daban, pero no te daban dinero. Es un escenario muy complicado, es muy complejo, no fomenta la solidaridad entre los autores. Nos queda a nosotros decir: “Nosotros vamos a ser víctimas de este gobierno, vamos a ser víctimas de esta sociedad que no le gusta y no está acostumbrada a consumir literatura costarricense o queremos fomentar lazos”.

Como editora y también como escritora, esa es una de mis metas, que es tratar de hacer círculos, de ampliarlos, de quitar esos filtros académicos, de realmente hacer una comunidad artística. Y eso se aplica incluso también a las artes visuales. Mismo escenario, muy parecido. El estado del arte es un estado marginal en Costa Rica. Por esa misma razón, siento que igual también nos hemos autoaislados. Nos hemos cerrado muchísimo. Un consumo muy pasivo de arte. 

Mujer sonriendo cabello negro suéter gris manos en pantalones Larissa Rú
Crédito: FIL/Natalia Fregoso

BT: ¿Y el panorama general de Costa Rica? 

LR: Cuando vos pensás en Costa Rica, vos pensás en la playa, el paraíso verde. Yo he hablado con extranjeros que no sabían que había lugares feos en Costa Rica. Ciudades sucias y feas las hay a montones. Porque el espacio barato de vivienda es ese. El espacio que pueden adquirir los extranjeros son los espacios bonitos. Es un arrinconamiento sociocultural de las comunidades. Pasa en muchos lugares. La gentrificación es algo que he plasmado mucho.

Costa Rica ya es un país muy caro. Y con este fenómeno se ha hecho mucho más caro. Por ejemplo, hay playas que ya son —yo diría— neocolonias de extranjeros. Ya los ticos no viven ahí porque no pueden. Mi nuevo libro de fantasía, mi nueva novela que está recién terminada, trata sobre una comunidad costera que es desplazada por un grupo que llega a imponer creencias, a imponer su religión. Y la única oportunidad que le deja a los nativos, sobre todo a las nativas, es de trabajar en templos fachada.

¿Por qué? Porque, de cierta forma, a mí algo que me molesta mucho también es ver cómo se ha hecho líquido el concepto de las creencias autóctonas, de las creencias indígenas de Costa Rica. El extranjero viene para tener una experiencia controlada de lo exótico, pero se destila completamente. Porque estamos completamente eliminando del discurso a las poblaciones: las creencias autóctonas de la población indígena. ¿Por qué sigue siendo una atracción carísima turística?, ¿qué hay detrás de eso? Es algo que exploro en mi nuevo libro.

 

BT: ¿Quiénes son los escritores y escritoras que te inspiran? 

LR: A mí Úrsula K. Le Guin me cambió la vida, encontrar una escritora de fantasía que hablara de feminismo, que si es una reversión de los clichés raciales… Úrsula K. Le Guin con Historias de Terramar a mí me dijo: “Vos puedes contar tu experiencia a través de la fantasía, la fantasía es efectiva, es cortante, es tajante, es muy muy ácida. Si la quieres usar como un medio para contar tu historia, tus preocupaciones, la violencia patriarcal o el colonialismo en Latinoamérica, todo eso se puede contar a través de la fantasía”.

A Mariana Enríquez la conocí hace muy poco, y me cambió la vida. Ha sido como una mentora indirecta. Algún día me encantaría conocerla. Ella tiene la batuta en este gótico sudamericano nuevo. Me inspira muchísimo ver autoras latinas haciendo un estandarte de este género. Ayer mencioné a Quiroga, a Bradbury, a Tolkien.

¿Quién es Larissa Rú?

Larissa Rú (San José, Costa Rica, 1998) es escritora, editora e historiadora del arte. Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Costa Rica, amplió su formación en la Università Ca’Foscari di Venezia dentro del programa de Conservación y Gestión de Bienes Culturales. Su obra literaria transita los territorios de la ficción especulativa, el terror y la fantasía, donde entrelaza influencias del género clásico con elementos del imaginario costarricense. En 2020 debutó con Cómo sobrevivir a una tormenta extranjera, novela galardonada con el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría. Dos años después, recibió el mismo reconocimiento por su antología Monstruos bajo la lluvia en la categoría de cuento. Desde 2024 forma parte del equipo editorial de Encino Ediciones, sello dedicado a la literatura costarricense contemporánea. Con una narrativa inquietante y profunda, Rú se ha consolidado como una de las voces más singulares del fantástico en Centroamérica.