Conocí a Alexandra Latishev en el Festival de Cine en Guadalajara en la presentación de Delirio. Quedamos en hacer una videollamada, pero una tormenta que desapareció mi celular y la intermitencia del internet por su zona en Costa Rica pospusieron la entrevista. Días después pudimos tenerla y me platicó aspectos importantes sobre su universo cinematográfico.

 

Benjamín Torres: ¿De dónde nace Delirio y cuánto tiempo tardaste en hacerla? 

Alexandra Latishev: Alrededor de 2019 empecé a esbozar ideas para una película. Yo había hecho una película previa, Medea, que estaba ligada al tema del aborto y los derechos sexuales y reproductivos. La película tuvo muchísimo movimiento de distribución, lo cual estuvo muy bien, pero al mismo tiempo me absorbió mucho y no me permitió empezar a desarrollar nuevas ideas. No me permití hacer otra película hasta finales de 2019 o 2020, aproximadamente, cuando empecé a idear otra.

En un inicio, quería trabajar con temas relacionados con el mito del amor romántico, y con una mujer que en algún momento estaba separándose y empezaba a decir que su expareja estaba muerta, convenciendo a todo el mundo de esto. Primero fue más bien una ocurrencia, pero fui investigando y desarrollando más la película. Pasa que en las películas intentas huir de vos misma, ¿verdad? Y volvés a salir por ahí. 

Mujer vestido negro
Alexandra Latishev durante la presentación de "Delirio" en el Festival Internacional del Cine en Guadalajara. Crédito: © FICG / Citlalli Vital.

Entonces, pasó una cosa que para mí fue muy importante: en algún momento empecé a partir la escritura desde el espacio donde se iba a desarrollar la historia. Los primeros ejercicios que escribí eran descripciones del espacio; más allá de los personajes, sus objetivos o escenas puntuales. A partir de ahí, fui desarrollando escenas y situaciones puntuales.

Era como si ya conociera ese espacio de alguna forma. Y ahí es donde la cosa se empezó a convertir en algo mucho más personal. Algo que empezó con el tema del mito del amor romántico terminó relacionándose más con las secuelas de la violencia de género. Pero bueno, así son los caminos de las películas. Muchas veces son impredecibles. Piensas que estás empezando una película sobre algo y terminas en un lugar completamente distinto. Así fue un poco mi experiencia. 

Gran parte de la escritura ocurrió durante la pandemia. La película se filmó en 2022, en un momento donde aún había ciertas restricciones. Lo bueno era que la película se prestaba para eso, ya que se trataba de un grupo de personajes en una casa, encerrados, y eran pocos. Todo sucedía en una misma locación, lo que nos permitía, como equipo, introducirnos en la montaña y trabajar allí durante un tiempo. Obviamente, con todas las restricciones posibles.

Pero fue raro, porque toda esta época ha estado atravesada por la pandemia, lo que ha afectado el cine que hacemos. Estas cosas, de alguna manera, no podemos evitarlas. Siento que la película, incluso, reflejaba esta situación: un grupo de personas aisladas, encerradas en su propio espacio, conviviendo con sus fantasmas. Era inevitablemente un reflejo de lo que todo el mundo que la estaba haciendo estaba viviendo.

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Liliana Biamonte, Esteban Garita, Federico Montero, Helena Calderón Fonseca, Alexei Calderón, Alexandra Latishev, Cynthia García Calvo; en la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG). Crédito: © FICG / Citlalli Vital.

Yo la terminé a finales de 2023. Lo que pasó es que me fui a hacer una maestría a España justo en ese momento y dejé un poco pausado el tema de la distribución. La película comenzó a moverse poco a poco y coincidió con el estreno y demás. Así ha sido más o menos este trajín. Se fueron unos añitos, como suele suceder. Siento que el promedio en mi país es de cuatro o cinco años para completar una película, y a veces más. Hay personas que duran diez años en una película, pero yo no puedo.

Algo que empezó con el tema del mito del amor romántico terminó relacionándose más con las secuelas de la violencia de género. Pero bueno, así son los caminos de las películas.

Alexandra Latishev

BT: En Delirio, la historia sucede en Costa Rica. ¿Por qué elegir el contexto ruso familiar y los vampiros eslavos?

AL: Quizás nace por una cuestión personal, porque soy mitad rusa. Mi papá es ruso. Esa mezcla cultural sentía que de alguna manera tenía que estar en la película. Por ejemplo, para mí era importante que el personaje de la niña tuviera esa clase de idealización con el papá que además venía de una cultura de alguna manera mucho más fuerte, blanca. Eso era algo con lo que yo lidiaba y que era importante para mí decolonizar. 

Como estas cosas que pasan dentro de las familias: sentía que todo el mundo tenía a mi padre en un lugar privilegiado, simplemente por ser más blanco. Era importante para mí que esto estuviera esbozado en la película, como una figura fuerte pero también idealizada por otros.

No solo el tema del papá era relevante; también la abuela era racista. En Costa Rica, además, hay una cultura donde no tenemos un vínculo fuerte con nuestro pasado indígena, a diferencia de México, donde esto se nota en todas las manifestaciones artísticas y la resistencia a la colonización.

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Frame de "Delirio", película de Alexandra Latishev. Crédito: Linterna Films.

En Costa Rica es como si hubiéramos borrado ese pasado, y la gente realmente se cree que somos “la Suiza centroamericana”. Imagínate ese nivel de delirio. Nos consideramos un país ideal, más blancos, sin ejército, ambientalista, pero no es para nada así. Para mí era muy importante sacar a relucir esos aspectos de mi cultura, que tienen mucho que ver con el racismo y cómo se vive en la propia familia, inserto en la cotidianidad.

Había muchas referencias interesantes, como los vurdalaks, vampiros eslavos que atacan a su propia familia y amigos. Para mí, la figura del vampiro es una metáfora perfecta de los círculos de violencia. No naces vampiro, te hacen vampiro, y luego tú conviertes a otros en vampiros. Así funciona la violencia: no naces violento, sino que tu entorno y las personas a tu alrededor te convierten en violento, y luego tú haces lo mismo con otros.

Grupo de personas en fila, mujeres y hombres
"Delirio" tuvo dos presentaciones en el Festival de Cine en Guadalajara. Crédito: © FICG / Citlalli Vital

Todo esto estaba atravesado por la idea de lo siniestro en el sentido freudiano: el terror no es por el monstruo que está afuera, sino porque lo conocido se vuelve desconocido. Había muchos pequeños elementos culturales que habían estado en mi vida entera, y para mí era importante incluirlos si iba a hablar de temas personales y de mi familia. Es una combinación rarísima la mía, y quería utilizarla en la película.

BT: Hay algo muy atemporal en Delirio que no se define en qué época ocurre la historia.

AL: Hay muchas referencias de los noventa porque mi infancia fue en esa década. Al mismo tiempo quería plasmar la idea de que —como a veces pasa cuando vas a ciertas casas familiares, a la casa de tu abuela, por ejemplo— el tiempo no ha pasado; no ha pasado porque ahí siguen habitando, de alguna manera, esos fantasmas del pasado: en las cosas, en los objetos, en el espacio, en cómo está distribuido todo.

De alguna manera, el tiempo se congeló y hay un universo que podría ser actual, pero al mismo tiempo podría ser de hace veinte o treinta años. Era muy importante para mí que hubiera una cuestión atemporal y confusa en relación a la época.

Todo esto estaba atravesado por la idea de lo siniestro en el sentido freudiano: el terror no es por el monstruo que está afuera, sino porque lo conocido se vuelve desconocido.

Alexandra Latishev

BT: ¿Qué puntos de contacto tiene Medea con Delirio? ¿Cómo conforman tu universo de creación? ¿Qué comparten y en qué difieren? 

AL: Cuando me pongo a analizar todas mis películas, me doy cuenta de que hay algo en común en todas ellas: la relación de autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos. En mis películas, los personajes femeninos pasan por situaciones que tienen que ver con esta autonomía.

A menudo, cuando escuchamos las consignas feministas como “mi cuerpo es mío”, me pregunto: ¿qué se siente vivir en un cuerpo que no es tuyo? Porque lo hemos vivido y lo hemos sentido siempre, ¿qué se siente vivir en un cuerpo ajeno?, ¿cómo se puede traducir eso al lenguaje cinematográfico? Esa pregunta ha sido una premisa constante en mis películas, consciente o inconscientemente. Es como si siempre volviera a esa idea. Entonces, creo que eso es lo que une mis trabajos: explorar cómo se siente vivir en un cuerpo ajeno.

MANEJO DE ACTORES Y ACTRICES POR ALEXANDRA LATISHEV

A mí me gusta mucho hacer que mis personajes sean de carne y hueso, que hablen y tengan una subjetividad. Siento que de alguna manera ahí se termina de complementar el proceso de escritura. No puedo escribir un guión de inicio a fin sin pasar por ahí, sin trabajar mucho tiempo con los intérpretes y dándoles tiempo para desarrollar estos personajes. No se trata solo de interpretar escenas y repetir líneas; es un proceso más profundo.

Usualmente, hago castings que son como laboratorios de varios días, donde trabajo con los intérpretes. En Costa Rica no hay tanta formación en cine, la mayoría son actores de teatro, acostumbrados a procesos largos y desarrollos extensos. Entonces, necesitas una investigación más profunda y más tiempo para sacar algo interesante de ellos. 

Primero investigo quiénes podrían ser estas personas, veo sus trabajos previos, y luego tengo una entrevista antes. Convoco a una preselección de casting para cada personaje y hago un casting que puede durar un fin de semana entero, todos juntos. Por ejemplo en Delirio, con las primeras protagonistas, que eran niñas y mamás, jugábamos y pasábamos tiempo juntas para borrar la competitividad y crear una experiencia que les sirviera.

Después de seleccionar a los personajes, empiezo a trabajar con ellas. Estos procesos, con el espacio y el equipo, quitan un poco la tensión y expectativa de la filmación. Diluyen los límites entre preproducción y filmación, permitiendo que los intérpretes se sientan parte de la familia y del equipo, con libertad para proponer cosas y entender mejor el espacio y sus personajes. 

Por ejemplo, con Medea, mi primera película, trabajé con los actores un año antes. Aquí fueron ocho meses antes, ensayando una o dos veces por semana, haciendo actividades que no necesariamente eran ensayar, como ir de paseo, ver películas relacionadas, dibujar o hacer entrevistas a los personajes.

Este proceso actoral es muy lúdico y en medio de todo eso, la información que los intérpretes me proporcionan termina estando en el guión de alguna forma. Las imágenes, los cuentos, todo surge en el proceso con los personajes, con los intérpretes. Siempre son temporadas largas.

¿Quién es Alexandra Latishev?

Alexandra Latishev es una directora de cine originaria de Costa Rica. Es conocida por su trabajo en el ámbito del cine independiente. Se ha destacado por su enfoque en temas sociales y su capacidad para abordar cuestiones sensibles y personales a través de una narrativa cinematográfica impactante.

Latishev es conocida principalmente por su película Medea (2017), que recibió reconocimiento internacional en varios festivales de cine. Delirio es su segundo largometraje, el cual tuvo su estreno en 2024.